Un fármaco y una anfetamina para alucinar

El éxtasis está compuesto de metilendioximetanfetamina (MDMA), un derivado de las anfetaminas que se sintetiza en los laboratorios. Su concentración en las pastillas oscila entre el 25% y el 40%. El resto de la cápsula o del líquido lo componen sustancias como la lactosa, que sirve como soporte de la droga, y fenacetina. Este compuesto se utiliza para bajar la temperatura del cuerpo y su concentración suele ser del 10%. Con esta última sustancia se frenan las consecuencias del MDMA y se protege al consumidor de posibles efectos cardiovasculares, según fuentes policiales.

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El éxtasis está compuesto de metilendioximetanfetamina (MDMA), un derivado de las anfetaminas que se sintetiza en los laboratorios. Su concentración en las pastillas oscila entre el 25% y el 40%. El resto de la cápsula o del líquido lo componen sustancias como la lactosa, que sirve como soporte de la droga, y fenacetina. Este compuesto se utiliza para bajar la temperatura del cuerpo y su concentración suele ser del 10%. Con esta última sustancia se frenan las consecuencias del MDMA y se protege al consumidor de posibles efectos cardiovasculares, según fuentes policiales.

Se presenta bajo diversos nombres comerciales, como marcas de coches (Mitsubishi), o por sus denominaciones en inglés: smile (sonrisa). La última en los mercados madrileños es el ocho y medio, que llega recién importado de los laboratorios holandeses, en especial de Amsterdam, y es introducido por el aeropuerto de Madrid-Barajas o a través de viajes por carretera, dada la ausencia de fronteras interiores.

Los jóvenes suelen tomar estas drogas para aguantar sin dormir entre 48 y 72 horas, pero cuando dejan de consumirlas el cuerpo les pasa factura por no haber dormido y haber sometido al cuerpo a esa sobreactividad. Se basan en el aumento de adrenalina, lo que produce sensación de euforia y mayor confianza en los movimientos, lo que puede producir problemas si conducen un automóvil. Las drogas incrementan la actividad circulatoria y respiratoria, con el consiguiente aumento del trabajo del corazón y sus posibles consecuencias: infartos o hemorragias cerebrales.

La ketamina produce efectos alucinógenos, por lo que ha sido desterrada en muchos países. En usos no médicos se emplean dosis bajas que oscilan entre los 50 y los 150 miligramos. Sus efectos comienzan en un par de minutos y duran menos de una hora. Los consumidores se sienten flotar y pierden parcialmente la noción del tiempo y del espacio. Esto es debido a que la ketamina interrumpe las vías cerebrales y produce bloqueo sensorial.

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