Sidra y tentaciones dulces en Oviedo

Si Don Fermín de Pas, el ya mítico magistral catedralicio protagonista de La

Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, perteneciese a nuestra época, ya no se dedicaría a espiar a su amada Ana Ozores con un catalejo desde la única torre de la catedral de Vetusta, léase Oviedo. Seguramente le enviaría un mensaje a su móvil citándola en alguno de los nuevos bares de vinos y tapas de la ciudad. O le llevaría dulces de alguna de las afamadas pastelerías de la urbe. O le compraría un regalo en alguna tienda original. O la llevaría de marcha a alguno de los bares de copas del casco viej...

Si Don Fermín de Pas, el ya mítico magistral catedralicio protagonista de La

Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, perteneciese a nuestra época, ya no se dedicaría a espiar a su amada Ana Ozores con un catalejo desde la única torre de la catedral de Vetusta, léase Oviedo. Seguramente le enviaría un mensaje a su móvil citándola en alguno de los nuevos bares de vinos y tapas de la ciudad. O le llevaría dulces de alguna de las afamadas pastelerías de la urbe. O le compraría un regalo en alguna tienda original. O la llevaría de marcha a alguno de los bares de copas del casco viejo. Y es que el Oviedo de hoy poco tiene que ver con la Vetusta de "viviendas viejas y negruzcas, aplastadas" que describía Clarín en su novela. La capital del Principado reluce no sólo por la limpieza impecable de sus calles, sino también por la amplia oferta de establecimientos donde comprar, tomar el aperitivo, beber y bailar hasta bien entrada la noche.

Un desayuno con pasteles en Santa Cristina. Aperitivo con vermú y parada culinaria en alguna de las sidrerías de la calle de Gascona. Y por la noche, música electrónica en Tribeca.

1 Desayuno energético

Para empezar el día con fuerzas, nada mejor que tomarse un café acompañado de pasteles variados, y para ello, Santa Cristina (Uría, 43. Teléfono 985 24 08 00) es una de las opciones más golosas. Cafetería de las de toda la vida, en los últimos años ha cambiado su imagen, pero no su horno. Las pastas de té siguen siendo de las mejores de la ciudad, y sus tortitas con nata y su peñasanta (pudin de helado recubierto de crema requemada) harán la boca agua de los más llambiones (como se llama en bable a los golosos).

2 De compras

Con el estómago rebosante de dulce, lo mejor es caminar para bajar los kilos ganados. Y hay en Oviedo oportunidades también para que adelgace la tarjeta de crédito. A la hora de comprar, la ciudad esconde tiendas más allá de su fama de anticuada. Para empezar, los amantes de los muebles, la decoración y el diseño pueden detenerse en la Casa de Quirós (Campoamor, 26. 985 22 65 93). Piezas de Alessi y objetos curiosos contribuyen a dar personalidad a una tienda de dos pisos.

No faltan en Vetusta tiendas originales como Mano Izquierda, especializada en objetos para zurdos (Cimadevilla, 21), y un rastro de venta ambulante que se instala todos los domingos al aire libre en la plaza de Daoiz y Velarde y en la de El Fontán. Buena oportunidad para comprar trastos viejos o curiosidades típicas de cualquier mercadillo.

Pero el souvenir más típico de Oviedo es la repostería: por ejemplo, los llamados moscovitas de Rialto (San Francisco, 12. 985 21 21 64), los carbayones (pastelillos de hojaldre y almendra) de Camilo de Blas (Jovellanos, 7. 985 21 18 51) o los bombones de Peñalba (Milicias Nacionales, 4. 985 21 33 33).

3 La hora del vermú

Caminando ha llegado la hora del vermú, un desahogo mañanero al que los ovetenses son muy aficionados. Los más clásicos pueden dirigirse a La Paloma (Independencia, 3. 985 23 53 97 y 985 25 88 04) y pedir su famoso vermú solera especial y, cómo no, un par de exquisitas gambas con gabardina (precio medio, 5 euros).

El Burladero (San Bernabé), situado en medio de una de las muchas calles peatonales de la ciudad, es el bar ideal para quienes vayan acompañados de carricoches, sillas de bebé y demás enseres. Los clientes rondan la treintena y hay un ambiente relajado. La Corte (San Francisco, 21; esquina Fruela. 985 21 31 45) es uno de esos lugares ideales para ver y dejarse ver. Es el mayor café de Oviedo. Un lugar para picotear o comer. Para el vermú, lo mejor es lograr una mesa frente a alguno de sus grandes ventanales y no perder detalle de los viandantes. Y mientras, disfrutar con un vino y alguno de los pinchos variados que inundan la gran barra. Si el hambre aprieta, en el piso de arriba hay un restaurante donde se puede tomar el menú del día.

4 De sidras y vinos

Carrete de fotos acabado y piernas cansadas. Para recuperar, nada mejor que una sidra. Con la caída de la tarde, la cita es en Gascona, la calle de la sidra por excelencia. Da igual una sidrería que otra. Las clásicas: El Ferroviario, El Pigüeña, Asturias. Y las más modernas, como La Pumarada o Terra Astur, la más original, la que más gusta a los de fuera y donde es posible comprar productos asturianos como quesos, chorizos, fabes...

Para quienes prefieran los vinos hay otra ruta alternativa. La calle de Manuel Pedregal se ha convertido en toda una referencia. De reciente apertura, el 101 Vinos (Manuel Pedregal, 19. 985 20 23 15), con su restaurante abajo para quienes quieran alargar el vino con mesa y mantel, y la Oveja Negra (Manuel Pedregal, 8. 985 20 21 68). Pequeño, pero con vinos de calidad y una carta de tostas que hacen la boca agua, sobre todo la de foie-gras y la de jamón ibérico, dos delicias que enamorarán a los comensales.

5 La buena mesa

Los amigos de la cocina de autor pueden optar por el recién inaugurado restaurante L'Alezna (Caces. Concejo de Oviedo. 985 79 83 55). Para llegar, se coge la carretera vieja hacia Grado, y se toma el desvío a la izquierda en dirección a Las Caldas. Se sigue hasta llegar a la plaza de Caces. El cocinero se llama Pedro Martino y ha ganado varios premios enológicos (precio medio, unos 35 euros). Otra opción interesante y novedosa es El Camín de Oviedo (Jaime Truyols Santonja, 9. 985 29 06 29), restaurante de comida típica asturiana combinada con jornadas especiales como las de cocina japonesa (precio medio, 30 euros). Quienes no quieran salir del centro pueden acudir al restaurante Cantábrico (avenida de Santander, 16. 985 22 00 28), un clásico que ha sabido modernizarse sin variar la calidad de su carta (unos 30 euros).

Y volviendo a las sidrerías, hay muchas donde sentarse a cenar, como Casa Gervasio (Fuente de la Plata, 68. 985 23 42 55), para cocina excelente a base de recetas de siempre como fritos de pixín, jamón, tortillas, lacón. Otra sidrería mona y popular es El Llagar de Colloto (Camino Real, 53; Colloto. 985 79 22 00), sita al pie de la carretera nacional 634 (alrededor de 25 euros). Y en la zona antigua, El Mateín del Paraguas (plaza del Paraguas, s/n. 985 20 07 09), donde degustar sartenes de huevos, patatas, pimientos y variedad de revueltos (entre 15 y 18 euros).

6 De marcha

Ha llegado la hora de ponerse a bailar para bajar la sidra y la cena. El local más de moda en la ciudad es el Givenchy (calle de la Luna). Su dueño es Hugo Novoa, un juez de línea que acompaña siempre al árbitro asturiano César Muñiz y es bien conocido en la noche ovetense. Morgana (calle de Cimadevilla) es otro de los referentes. Ocupa el bajo del viejo Kapital y es lugar de paso obligado para todo el que quiera dejarse ver. Para los clásicos modernos, La Santa Sebe (Altamirano, 6. 661 87 17 81), que no atraviesa uno de sus mejores momentos, pero será siempre uno de esos lugares de culto donde uno aún puede encontrarse a Jorge Martínez (la voz de Los Ilegales) tomando una copa. Y para quienes quieran seguir la juerga hasta las mil, la discoteca Tribeca (Peso, s/n), aún conocida por muchos como El Antiguo, donde a estas horas de la madrugada lo que prima es la música electrónica.