El líder italiano "toma nota" de las quejas españolas

P. E.,

En medio de tanta concordia y unanimidad, quedó el hecho de que Silvio Berlusconi, presidente de turno de la Unión Europea, se limitó a "tomar nota" de las quejas del presidente del Gobierno, José María Aznar, sobre el nuevo reparto de votos en el Consejo Europeo previsto por el borrador de Constitución salido de la Convención, que el Gobierno español espera modificar en la Conferencia Intergubernamental.

"Aznar me ha reiterado las posiciones de su Gobierno, que son bien conocidas, y me las ha argumentado. Yo he tomado nota", añadió con sobriedad presidencial, "pero se tra...

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P. E.,

En medio de tanta concordia y unanimidad, quedó el hecho de que Silvio Berlusconi, presidente de turno de la Unión Europea, se limitó a "tomar nota" de las quejas del presidente del Gobierno, José María Aznar, sobre el nuevo reparto de votos en el Consejo Europeo previsto por el borrador de Constitución salido de la Convención, que el Gobierno español espera modificar en la Conferencia Intergubernamental.

"Aznar me ha reiterado las posiciones de su Gobierno, que son bien conocidas, y me las ha argumentado. Yo he tomado nota", añadió con sobriedad presidencial, "pero se trata de llegar a una solución aceptable para los veinticinco" Estados miembros.

Fue la nota más fría de una jornada relajada en la que los dos "amigos" se presentaron sin los rigores de la corbata, vestidos de verano, entre playas impolutas y yates de esloras tan imponentes que difícilmente se ven fuera de estas agua lujosas.

Berlusconi fue a recibir a Aznar en el aeropuerto, y llegó con él en helicóptero sobre las dos de la tarde a La Certosa (La Cartuja), su nada monacal finca de lujo, que cubre 70 hectáreas, según la televisión italiana, que miran al mar desde estas tierras multimillonarias.

Acompañado sólo por su vicepresidente Gianfranco Fini, neofascista en otras épocas, y por su brazo derecho en la política, y antes en los negocios, Gianni Letta, lo primero que hizo el primer ministro italiano fue mostrar a Aznar los incontables placeres de esta morada estiva: una gran piscina de estética lanzaroteña, otro gran lago, una serie de hidromasajes abiertos a uno de los paisajes más bellos de la Tierra... Hicieron el recorrido en cochecitos de golf, como los que George W. Bush tiene en Camp David, y Berlusconi se expresó en francés para vencer las dificultades de Aznar con la lengua italiana.

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