Crítica:CRÍTICAS

Mentiras arriesgadas

Confiesa Álvaro del Amo que, ya desde que iba al colegio, se acostumbró a que le dijeran que lo que pensaba, y más tarde también lo que creaba -sus cortometrajes, tan fuera de norma; su incatalogable primer filme, Dos; su simpar literatura-, era "raro". Tal vez en esa verdad elemental, en esa extrañeza se condense toda la peculiaridad de un artista, de un autor: de alguien que mira al mundo de otra manera, que capta en él cosas que a los demás nos están vedadas, concatenaciones de acontecimientos que para nosotros no tienen mayor coherencia, pero que para él resultan insondables abismos...

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Confiesa Álvaro del Amo que, ya desde que iba al colegio, se acostumbró a que le dijeran que lo que pensaba, y más tarde también lo que creaba -sus cortometrajes, tan fuera de norma; su incatalogable primer filme, Dos; su simpar literatura-, era "raro". Tal vez en esa verdad elemental, en esa extrañeza se condense toda la peculiaridad de un artista, de un autor: de alguien que mira al mundo de otra manera, que capta en él cosas que a los demás nos están vedadas, concatenaciones de acontecimientos que para nosotros no tienen mayor coherencia, pero que para él resultan insondables abismos de sentido.

Viene la cosa a cuento de esta última esperada incursión de Del Amo en el cine comercial, aunque tal palabra resulte, en su caso, siempre peligrosa: como hacía en los años setenta, sobre todo, en que transitaba con desparpajo por el cortometraje, aquí no hay la menor concesión a los gustos contemporáneos, y dicho sea esto como el elogio que indiscutiblemente es. Porque bajo la tersa, pulida, incluso brillante superficie de las imágenes de este filme -una cortesía de un Carlos Suárez plenamente en forma-, que bien podría haberse llamado Tres mujeres conversan, se mueve un mundo de extrañeza, de sentimientos a punto de explotar, de medias verdades jamás dichas; un juego de apariencia y realidad que empuja al espectador hacia esa "rareza" antes comentada: hacia imaginar de dónde vienen esas mujeres, qué son en realidad, por qué sus estrategias de radical ocultamiento...

UNA PRECIOSA PUESTA DE SOL

Dirección: Álvaro del Amo. Intérpretes: Marisa Paredes, Ana Torrent, Marta Larralde, Chema Muñoz. Género: drama, España, 2003. Duración: 84 minutos.

Con un guión literario impecable, una puesta en escena contenida, casi behaviorista, a la que, en ocasiones, le falta un poco de locura, un poco de desborde pasional, Del Amo muestra tres generaciones de mujeres, sus dilemas, sus puntos de vista, a veces radicalmente distintos, sobre el mundo y las relaciones amorosas, los hombres y la culpa, los celos, los prejuicios, el dolor, las apariencias. El resultado es un filme elegante e insólito, que se paladea como si fuera un raro elixir cuyo sabor se hubiera ya olvidado, que está recorrido por una irónica, distante inspiración que, no obstante, jamás se aleja de sus criaturas ni se viste con los ropajes del guiño fácil o la broma distanciadamente posmoderna.

Claro que no resulta un producto apto para espectadores apresurados ni para adultos aniñados. Sobre todo, porque exige paciencia, pero en compensación premia como sólo suelen hacerlo las películas agraciadas por el toque de la rareza: con el suave paladeo de la exactitud, con el gusto por los diálogos bien escritos, con el trabajo de dos formidables actrices, Paredes y Torrent, entre cuyo trabajo resulta sencillamente imposible juzgar cuál es más excelente.

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