OPINION DEL LECTOR

Mayor compromiso

Resulta bastante penoso tener que decirlo una y otra vez, pero negar la evidencia no contribuye en nada a fortalecer nuestro régimen democrático. Al sistema de libertades de este país se le han desatado algunos puntos en sus costuras. Y esa es, desgraciadamente, la cuestión.

Han pasado veinticinco años desde que se confeccionó el traje que nos viste de demócratas y sin embargo aún no se entiende la lentitud de reacción de muchos españoles ante los abusos de poder y ante las mentiras, robos y golferías de algunos que se dicen autoridad o servidores públicos. Como bien dice el sociólogo V...

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Resulta bastante penoso tener que decirlo una y otra vez, pero negar la evidencia no contribuye en nada a fortalecer nuestro régimen democrático. Al sistema de libertades de este país se le han desatado algunos puntos en sus costuras. Y esa es, desgraciadamente, la cuestión.

Han pasado veinticinco años desde que se confeccionó el traje que nos viste de demócratas y sin embargo aún no se entiende la lentitud de reacción de muchos españoles ante los abusos de poder y ante las mentiras, robos y golferías de algunos que se dicen autoridad o servidores públicos. Como bien dice el sociólogo Victor Pérez-Díaz, "al tiempo que imaginan que lo están haciendo a otros ( y no a ellos), no reparan en que lo que hacen en uso de la autoridad que los españoles les han dado, y, por tanto, de cometer tales actos criminales, lo están cometiendo en su nombre".

Después de todo este tiempo no acabamos de implicarnos lo suficiente en la defensa de un Estado democrático fuerte y participativo, inhibiéndonos demasiado a menudo ante hechos que ponen en riesgo nuestro futuro democrático y nuestras libertades. La implicación directa en un conflicto bélico, la ausencia de un poder judicial que actúe y corrija con diligencia los excesos de los gobernantes así como la constante manipulación de los hechos por parte de los medios públicos de comunicación son sólo unos cuántos ejemplos que dan cuenta de ello.

Asistimos impotentes a la implicación directa en una guerra que sólo defiende intereses económicos y acueductos energéticos, una petrocruzada que diría Juan Goytisolo. Otorgándole nuestra confianza en las urnas daremos alas a las políticas de confrontación de un partido, el Partido Popular, y de José Mª Aznar, un Presidente de Gobierno bronco y faltón que siempre ha mantenido actitudes caudillistas.

No estamos dando la suficiente trascendencia a la falta de imparcialidad política de muchos jueces y fiscales, como no ponemos el grito en el cielo ante una justicia que cada vez desconoce más la sutil ingeniería delictiva de los golfos de cuello blanco.

Tampoco somos lo suficientemente críticos con la manipulación y la banalidad con la que las televisiones públicas nos obsequian diariamente. La sentencia judicial que condena a TVE por el sesgo en la información facilitada sobre la última huelga general no cambiará la dependencia informativa que tiene TVE de las oficinas de Moncloa.

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Hemos delegado demasiadas cosas en los políticos profesionales y nos hemos convertido en meros espectadores de la política, lo que nos lleva a contemplar, no sin cierta vergüenza, cómo cínicos diputados o concejales tránsfugas y carentes de ningún tipo de ética manipulan a su antojo listas electorales y futuros gobiernos con el único fin de defender sus propios intereses personales.

Seamos sinceros, los españoles no estamos luchando lo suficiente por regenerar nuestro régimen democrático, y esta falta de lucha, de compromiso y de implicación emocional nos hace tener poca conciencia de nuestra responsabilidad cívica en la defensa y la consolidación de nuestro sistema de libertades. Muchas de las leyes que se refieren al ámbito electoral, a nuestro sistema autonómico y al funcionamiento de las instituciones deberían ser sometido a una nueva discusión por la totalidad de nuestra sociedad civil. Pero esta vez con mayor compromiso, con mayor libertad y con mayor madurez democrática.

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