Cartas al director

Discapacitados en la playa

Barreras tienen los discapacitados en las ciudades, algunas son franqueables y otras no se pueden superar de ninguna manera, pero ahora, en verano, ¿puede un discapacitado acudir a la playa? Este año 2003 no olvidemos que este deshumanizado mundo dedica el año a ser el "Año de Discapacitado".

Ya el propio tratamiento que reciben resulta discriminatorio: dis-capaz=¿no es capaz?, dis-minuido=¿venido a menos? Cuando para tratar de algún colectivo, de alguna circunstancia, se merece la instauración de un año para intentar la mejora del problema, malo; se trata de un problema por el que se h...

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Barreras tienen los discapacitados en las ciudades, algunas son franqueables y otras no se pueden superar de ninguna manera, pero ahora, en verano, ¿puede un discapacitado acudir a la playa? Este año 2003 no olvidemos que este deshumanizado mundo dedica el año a ser el "Año de Discapacitado".

Ya el propio tratamiento que reciben resulta discriminatorio: dis-capaz=¿no es capaz?, dis-minuido=¿venido a menos? Cuando para tratar de algún colectivo, de alguna circunstancia, se merece la instauración de un año para intentar la mejora del problema, malo; se trata de un problema por el que se hará algo durante ese año, por el que no se ha hecho durante años y que no se hará durante otros venideros. Mientras el mundo tenga que señalar las zonas, los servicios accesibles, mal vamos, ¿por qué no es todo, todo, accesible?

El Comité Español de Representantes de Minusválidos, trabajando de la mano de técnicos de medio ambiente, han elaborado un estudio sobre las playas que pueden ser utilizadas por discapacitados.

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De 3.200 playas con las que contamos en una península tan privilegiada por sus maravillosas costas, sólo 708 son utilizables por los dis-capaces como los denomina la sociedad.

Acudir a la playa a darse un baño de sol puede convertirse en un verdadero calvario, y no digamos nada si lo pretendido por una persona con cierta minusvalía es darse un baño en el mar y disfrutar como cualquier ciudadano del vaivén de las olas, de lo gratificante que resulta un baño de agua de marina.

No resulta difícil para los ayuntamientos dotar las playas de los recursos que pueden resultar necesarios para facultar la utilización de estas por personas con ciertos problemas de movili-

dad, la colocación de plazas de aparcamiento reservadas para los minusválidos no parece ser el problema, porque poco a poco todos los municipios cuentan con plazas restringidas repartidas por sus calles. Deben colocarse rampas con barras para dar acceso a los arenales, y en éstos, plazas que faculten el movimiento por ellas de las personas con movilidad limitada, cabinas para baños y vestuarios adaptados, y sombrillas, tumbonas...

Todo ello sólo para poder pasar un día de playa, pero si, como decíamos, se pretende extender el día a darse un baño, el problema se agrava y deberemos contar con la colaboración de los hombres y mujeres de la Cruz Roja, quienes ejercen gustosamente la función de ayuda para el baño.

Ahora piensen ustedes acudir a la playa con el "equipo" de ésta: sombrilla, sillas, esterillas, colchonetas, cubitos y palitas, empujando una silla de ruedas y rogando a un socorrista que, descendiendo de la atalaya de vigía, ayude colocándome en sus brazos a darme un baño en las aguas marinas. ¿Y qué tal un paseo por la playa con muletas?

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