Crítica:DANZA | CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Julio Bocca: tango del siglo XXI

Otra gran sorpresa del astro del ballet bonaerense Julio Bocca: su espectáculo Boccatango, un pensado y sobrio exponente de cómo elevar el tradicional ritmo arrabalero al nivel de espectáculo balletístico, siempre pretendiendo que mantenga un cierto tono de alto cabaré. Bocca, por otra parte, y esto es una cosa para festejar por todos, vuelve a Madrid en una espléndida forma física: domina la velada y aparece en la mayoría de los números.

Boccatango se divide en dos partes, cuenta con un hombre y una mujer que cantan con sentimiento y propiedad los más tradicionales tangos...

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Otra gran sorpresa del astro del ballet bonaerense Julio Bocca: su espectáculo Boccatango, un pensado y sobrio exponente de cómo elevar el tradicional ritmo arrabalero al nivel de espectáculo balletístico, siempre pretendiendo que mantenga un cierto tono de alto cabaré. Bocca, por otra parte, y esto es una cosa para festejar por todos, vuelve a Madrid en una espléndida forma física: domina la velada y aparece en la mayoría de los números.

Boccatango se divide en dos partes, cuenta con un hombre y una mujer que cantan con sentimiento y propiedad los más tradicionales tangos, un octeto musical de alta calidad que interpreta con enorme rigor desde Astor Piazzola hasta Stamponi, y una plantilla de jóvenes bailarines que se entregan con fuerza y buena técnica a la estilización del tango que propone la coreógrafa Ana María Stekelman, guarnecida por un vestuario sencillo y utilitario de Jorge Ferrari. El espectáculo comienza con un paso a dos de tango entre dos hombres vestidos elegantemente con levitas, y el resultado es sobrio e intenso; luego hay números corales por el conjunto de los hombres y la aparición de una sola mujer que va del desnudo al vestido de flecos tradicional y que constituye el contrapunto a una concepción de baile básicamente masculino o entre hombres.

Julio Bocca se integra con líquida perfección y hasta modestia en el conjunto y hace un par de solos emotivos y virtuosos, uno donde encarna a un muchacho de la calle que llega a transmitir toda la desolación del personaje, y el otro imbricándose en una sencilla escalera en la que evoluciona al borde de la acrobacia haciendo que el público contenga la respiración.

El tango prueba en este espectáculo su universalidad y su capacidad para convertirse en una pieza de ballet moderno. Al mismo tiempo, esos ritmos porteños admiten ser encuadrados dentro del vocabulario propio del ballet, con sus matices de estilo y la solvencia de los intérpretes.

Julio Bocca tiene en Madrid un público fiel que desde hace años le sigue los pasos, los giros y los saltos, y que en esta velada del teatro Coliseum le recompensó con una larga ovación, todos en pie.

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