Columna

Nos piensan

La revista Parabólica, con ese modo de pensar y de hacer de la cultura alternativa, ha sacado el número 1 -que en realidad es el número 3 porque hubo 0 y 00- con un artículo de la editorial que se llama La red nos piensa. Un título muy inquietante que trata sobre el net.art del que escribió Martín Prade: pensar Internet y dejarse pensar por ella (perdón por el inciso, pero ahora me entero de que Internet es femenino).Es decir: nosotros reflexionamos sobre nuestro momento y circunstancias y gracias a Internet encontramos otro modo de ser y de relacionarnos.

En el ter...

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La revista Parabólica, con ese modo de pensar y de hacer de la cultura alternativa, ha sacado el número 1 -que en realidad es el número 3 porque hubo 0 y 00- con un artículo de la editorial que se llama La red nos piensa. Un título muy inquietante que trata sobre el net.art del que escribió Martín Prade: pensar Internet y dejarse pensar por ella (perdón por el inciso, pero ahora me entero de que Internet es femenino).Es decir: nosotros reflexionamos sobre nuestro momento y circunstancias y gracias a Internet encontramos otro modo de ser y de relacionarnos.

En el terreno del arte, la característica de net.art es partir del camino que abrieron las últimas vanguardias y beneficiarse de la facilidad de reproducción de las obras, sin autor ni exposiciones ni distribución artística convencional. Es una nueva relación entre personas y arte; la obra se puede sacar del marco y encontrar nuevas posibilidades de verlas desde nosotros mismos. La red no es mero soporte o espacio donde algo acontece, la red es el acontecer mismo, escena y obra, representación. Creo que también puede privar a la obra de arte de algo que forma parte de ella, pero como es sólo una alternativa, siempre hay fórmulas, afirma el autor, para buscar exclusividad en el arte.

Otro desafío de net.art es acabar con las esferas pública y privada. No nos lleva a un lugar determinado sino a un espacio de tránsito que protege al sujeto con disfraces y anonimato para sacarlo del camino de su vida real; una nueva persona sin sexo, edad ni raza, sin ni siquiera cuerpo. Ese espacio es el chat, que esconde los temores y libera al chateador que busca lo imprevisto. Dice el autor que tal vez sea el lugar de Internet donde la red más nos piensa. Y pienso yo, para verlo más claro, que a través de correos electrónicos o de chats, las personas se inventan apariencias y personalidades diferentes a la suya propia y penetran en una fantasía en la que Internet las piensa tal como ellas se han presentado. Un pensamiento activo en su lógica: o se es de una manera o de otra. Se sitúa al net.art en "la pregunta que cuestiona la red mientras la inventa". Desde luego no tiene lugar en la esfera pública, pero tampoco en la privada que se la guarda cada persona en lo oculto del secreto.

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