Análisis:DESDE MI SILLÓN | TOUR 2003 | Séptima etapa

¡Allez Richard!

Terminó un Tour, y empieza otro, a ver si alguien se va a pensar que esto ya ha terminado. Terminó el Tour de los kamikazes del sprint y empieza el de los amantes de las pendientes escarpadas; qué bueno, bien pensado, a éstos no les falta también un punto de kamikazes, porque a ver si no es lanzarse a la aventura lo que ha hecho ayer mi compañero. Una aventura de esas con final feliz, pero ojo, que tranquilamente podría haber terminado en una explosión que se hubiese oído desde mi balcón.

En fin, pasar del 53 al 39 no es nunca fácil, y que conste que no estoy hacien...

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Terminó un Tour, y empieza otro, a ver si alguien se va a pensar que esto ya ha terminado. Terminó el Tour de los kamikazes del sprint y empieza el de los amantes de las pendientes escarpadas; qué bueno, bien pensado, a éstos no les falta también un punto de kamikazes, porque a ver si no es lanzarse a la aventura lo que ha hecho ayer mi compañero. Una aventura de esas con final feliz, pero ojo, que tranquilamente podría haber terminado en una explosión que se hubiese oído desde mi balcón.

En fin, pasar del 53 al 39 no es nunca fácil, y que conste que no estoy haciendo revisionismo histórico ni nada que se le parezca. Estoy hablando de los platos que utilizan los corredores. Imagínense que ahora le quitan 14 dientes de su dentadura; ¿cómo se sentirían? Les falta algo. ¿no? Pues algo así les pasa estos días a los rodadores y sprinters.

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Pero bueno, de eso hablaremos otro día, que me quedo sin tiempo y no voy a contar nada de Richard. Es que lo de este hombre es increíble, qué grinta que tiene, como dicen los italianos. Es que siempre va a tope, incluso hasta cuando está medio muerto. Te llega a la concentración de Navidad en baja forma, y aún así no para de atacar, de aprovechar la mínima oportunidad para liarla. Es lo que se conoce como un pestoso, pero ya me gustaría a mí ser tan pestoso como él, vaya que sí.

Muchas veces pueden más su cabeza que sus piernas, y entonces le vemos por cualquier esquina dando pena. Pero ¡ay cuando sus piernas funcionan! Entonces lo borda, como hoy, que le ha salido el día redondo; y ya si hubiese ganado yo en Austria (he sido el tercero) hubiese puesto la guinda, pero yo no soy como Virenque.

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