Análisis:DESDE MI SILLÓN | TOUR 2003

Días de melancolía

Hoy tengo un día melancólico. Estos días son así, te pilla todo a contrapié. Te levantas y sin darte cuenta ya estás atrapado, y aún no has echado mano al zumo de naranja o al vaso de agua, y quizá ni siquiera te hayas limpiado la cara. Y es inútil que quieras escapar, más vale aceptarlo y pasar el día sacando punta a los recuerdos alegres, que no todo va a ser tristeza;y habrá que resignarse a esperar tiempos mejores, que llegarán.

Pero que nadie se asuste, que mi melancolía tiene que ver con el Tour, por supuesto, ¿sino a santo de qué iba a venir yo a contarlo aquí?

Yo quiero e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hoy tengo un día melancólico. Estos días son así, te pilla todo a contrapié. Te levantas y sin darte cuenta ya estás atrapado, y aún no has echado mano al zumo de naranja o al vaso de agua, y quizá ni siquiera te hayas limpiado la cara. Y es inútil que quieras escapar, más vale aceptarlo y pasar el día sacando punta a los recuerdos alegres, que no todo va a ser tristeza;y habrá que resignarse a esperar tiempos mejores, que llegarán.

Pero que nadie se asuste, que mi melancolía tiene que ver con el Tour, por supuesto, ¿sino a santo de qué iba a venir yo a contarlo aquí?

Yo quiero estar en el Tour, no quiero estar aquí, donde estoy ahora mismo, en un avión a 8 kilómetros en vertical de la tierra firme más cercana. Yo quiero estar allí, y esto no es ninguna pataleta. Quiero estar ahora, en este mismo momento en el control de salida, disfrutando del ambiente inimitable de la carrera francesa. Quiero firmar autógrafos a los niños que me dan la brasa, que nos cortan la conversación entre amigos. Quiero pasar calor, ese calor asfixiante y húmedo del centro de Francia que derrite la carretera. Quiero maldecir ese rugoso asfalto francés que agarra mi bici como una lapa. Quiero sufrir esos latigazos cada vez que se pasa un sprint bonificado. Quiero sentir ese dolor de encías después de que el primer valiente del día se lance bajo el kilómetro cero. Quiero sentir de nuevo esa tensión que te consume, ese miedo a las caídas que te mantiene alerta durante toda la etapa, y esa extraña sensación aliviadora que te atrapa cuando expulsas con fuerza la primera bocanada de aire apenas cruzas la línea de meta. Quiero que mi estómago rechaze esa barrita energética aplastada y derretida que me meto con calzador entre los dientes. Quiero soñar con ese refresco burbujeante y enlatado que me espera impaciente en el avituallamiento, quiero lanzarme en el descenso, quiero atacar en el repecho, quiero aprovechar mi oportunidad...

Más información

Yo quiero estar allí, y no aquí en un maldito avión aporreando las teclas de mi ordenador y escuchando Riders on the storm mientras sobrevuelo los Alpes camino de Viena para correr una carrera que no es el Tour.

Archivado En