Reportaje:NOVEDADES

Girona a través de la muralla

Un paseo recién completado abre una nueva perspectiva urbana

Donde antaño corrían ardorosos guerreros que disparaban con sus ballestas al enemigo exterior, transitan ahora extasiados turistas que disparan sus fotos hacia la equilibrada belleza interior. Los sólidos muros de la Girona defensiva, de origen romano y medieval, se han convertido en un mirador privilegiado sobre la ciudad. El exterior sólo es visible a través de angostas aspilleras, capaces de permitir el paso de una flecha, pero no el objetivo de una cámara. El paseo privilegia la mirada interior. Es una especie de balcón embelesado en el cambio colorista que ha sufrido la antigua ciudad gri...

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Donde antaño corrían ardorosos guerreros que disparaban con sus ballestas al enemigo exterior, transitan ahora extasiados turistas que disparan sus fotos hacia la equilibrada belleza interior. Los sólidos muros de la Girona defensiva, de origen romano y medieval, se han convertido en un mirador privilegiado sobre la ciudad. El exterior sólo es visible a través de angostas aspilleras, capaces de permitir el paso de una flecha, pero no el objetivo de una cámara. El paseo privilegia la mirada interior. Es una especie de balcón embelesado en el cambio colorista que ha sufrido la antigua ciudad gris. Recorriéndolo de abajo arriba, del presente al pasado, de lo nuevo a lo viejo, eleva al visitante hasta las mismísimas nubes.

El caminante debe iniciar su recorrido de empinadas escaleras y estrechas rampas en el Jardí de la Infància, junto al río Onyar, y encaramarse a las sucesivas torres. La primera de estas atalayas se abre al moderno ensanche ciudadano que surgió extramuros. La mole del edificio, conocido popularmente como el bolet (la seta), es un ejemplo del execrable urbanismo tardofranquista. La segunda torre permite fisgonear, a vista de paloma, en la intimidad de la Girona acomodada.

Reformas en el centro histórico

Pero entre las estilizadas reformas que se adueñan de un casco antiguo que culmina su rehabilitación pueden todavía hallarse islas decrépitas de paredes desconchadas y tejados abombados. Por sus ventanucos se vislumbra la silueta encorvada de un anciano que se resiste a las ofertas de las rapaces inmobiliarias. La tercera torre ofrece una buena perspectiva sobre la Devesa, el mayor parque urbano de Cataluña. Los objetivos enfocan también hacia la catedral, ahora en plenas obras de reforma del campanario.

La cuarta torre conduce al éxtasis contemplativo. Una escalera de caracol se eleva desde el centro de una gran bóveda. Es un espacio silencioso que infunde el mismo respeto que un recinto sagrado. La paz de esta estancia se rompe con el sonido de los pasos en la escalera metálica, que resuenan como las campanas de una iglesia. Se llega a la cúpula sin aliento. Es la visión celestial, un excelso panorama equiparable a un paseo entre las nubes.

Muralla arriba aparece la trastienda de la iglesia de Sant Domènec, reconvertida temporalmente en teatro municipal, con sus vitrales sacrílegamente penetrados por gigantescos tubos de ventilación. La quinta torre es la puerta del paraíso vegetal. En sus inmediaciones, bajo la sombra de las acacias, estanques con pececillos naranjas y bucólicos jardines han desarmado el antiguo cuartel de Alemanys, ahora sólo una ruinosa fachada conquistada por la vegetación. El pasado parece surgir de las entrañas de la tierra ante las ruinas de la torre Gironella (del siglo XII), destruida por las tropas napoleónicas en su retirada. La muralla nos lleva al pie de la imponente catedral. Hay que contemplar la torre románica de Carlemany, que le sirve de contrafuerte, y la gárgola en forma de bruja petrificada que jamás podrá mirar al cielo. Según la leyenda, es el castigo divino por apedrear e insultar a los fieles.

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Las primeras intervenciones para convertir la fortificación medieval en un paseo elevado se iniciaron a mediados de los ochenta, aunque su último tramo se acaba de abrir. Para recorrerlo hay que atravesar el reseco río Galligants y acercarse a los ábsides de la iglesia de Sant Pere de Galligants. El paseo de la Muralla se ha convertido en la mejor tarjeta de presentación de la ciudad, una hoja de ruta que orienta y seduce al recién llegado.

- Turismo de Girona (972 22 65 76 y

www.ajuntament.gi). Rambla de la Llibertat, 1. Abre de 8.00 a 20.00, y festivos, de 9.00 a 14.00.

La muralla de Girona, fortificación medieval y ahora paseo elevado.PERE DURÁN

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