Sin libros y multado

Pudiera describirme como un autor que edita sus propios libros y sale a la calle a venderlos. Qué mejor marco que la Feria del Libro de Madrid, pienso. El sábado 7 de junio, en esa feria, un agente de la Policía Mnicipal me extiende un acta-denuncia por venta ambulante no autorizada. Me requisa los libros y una mesita. No parece atender mucho a las razones que esgrimo: estoy en una feria del libro, vendo mis propios textos, no hago competencia a nadie. Más tarde me informo que la mercadería intervenida no sólo no será devuelta, sino que en un breve plazo será asimismo destruida. (¿Mis libros a...

Pudiera describirme como un autor que edita sus propios libros y sale a la calle a venderlos. Qué mejor marco que la Feria del Libro de Madrid, pienso. El sábado 7 de junio, en esa feria, un agente de la Policía Mnicipal me extiende un acta-denuncia por venta ambulante no autorizada. Me requisa los libros y una mesita. No parece atender mucho a las razones que esgrimo: estoy en una feria del libro, vendo mis propios textos, no hago competencia a nadie. Más tarde me informo que la mercadería intervenida no sólo no será devuelta, sino que en un breve plazo será asimismo destruida. (¿Mis libros alentando el fuego de la pira municipal? Ya puestos, ¿por qué no donarlos a una casa de acogida, una escuela, una biblioteca?). Como colofón y para que me lleve un inmejorable recuerdo de esta 62ª Feria del Libro de Madrid y su Pabellón de las Tres Culturas, se me condecora con una multa de 150 euros.