Columna

La tempura es otra cosa

"El tempus lo marca el Gobierno", ha dicho nuestro inefable consejero (?) de Justicia, Azkarraga, ahogándose en un vaso de agua de litines, digo de latines. Con lo que sabe de Derecho ha ido a tropezar con lo romano. Pero cualquiera le suelta que ha utilizado el horaciano tempus donde debía utilizar el musical tempo, porque es capaz de acusarle a uno de eso de lo que acusa tanto, la prevaricación. ¿No somos jueces de nuestros actos? Pues a lo mejor estamos dictándonos una sentencia injusta a sabiendas de que lo es, o sea que, estando convencidos de que había que utilizar e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

"El tempus lo marca el Gobierno", ha dicho nuestro inefable consejero (?) de Justicia, Azkarraga, ahogándose en un vaso de agua de litines, digo de latines. Con lo que sabe de Derecho ha ido a tropezar con lo romano. Pero cualquiera le suelta que ha utilizado el horaciano tempus donde debía utilizar el musical tempo, porque es capaz de acusarle a uno de eso de lo que acusa tanto, la prevaricación. ¿No somos jueces de nuestros actos? Pues a lo mejor estamos dictándonos una sentencia injusta a sabiendas de que lo es, o sea que, estando convencidos de que había que utilizar el moderato cantabile, estamos utilizando con toda injusticia el hombre del tiempo. Por cierto, ¿lloverá mañana?

Claro que un lapso lo tiene cualquiera, incluso nuestro flamante justiciero, que con la malhadada frase de arriba quería expresar que Madrid le trae frito en todo cuanto se refiere a la ley, porque a su juicio -¿lo captan?- ilegaliza injustamente a troche y moche e interfiere con sus propias competencias, es decir, con la capacidad del Parlamento para no ilegalizar a las SA, que es lo que al ministro de nuestra Justicia y a sus correligionarios les está ahora escandalizando. Era de cajón que tendrían que acatar la sentencia del Supremo aunque supusiera lanzar a los chicos de Otegi -un residuo ya- a las uñas de los caballos siempre y cuando fuera después del acto, el electoral, claro, o sea, cuando uno se fuma el cigarrillo del relax. Sólo que han creído descubrir una forma de acatarla burlando.

Con lo que son estos hombres recios y de una pieza para todo lo español resulta que han acabado copiando a Fuenteovejuna. ¿Quién no acatará la ley aparentando tramposamente que la acata por imperativo legal? Todos a una. Iba a tener razón Azkarraga con su tempus: lo que parecía una patada a los clásicos no era sino el anticipo de un homenaje a los mismos aunque fuesen de otro siglo u otro oro. Pero es que la lucha es de las de órdago. Como bien ha expuesto la pitonisa Goirizelaia: nada cambiará aunque les disuelvan, pues pasarán al Grupo Mixto, el problema está en si se acata la imposición de Madrid como ciudadano y como ciudadana. Bien, aunque, por lo general, los ciudadanos tiendan a acatar o no como ciudadanos y las ciudadanas como ciudadanas, la chica de las SA pone el dedo en la llaga, lo que se dirime es el acatar. Eso que el tempestuoso Egibar ha definido como hincar la rodilla, o sea una cuestión de altísimo contenido simbólico.

Porque se trata de no hincarla, al menos por parte de los patriotas o abertzales, mientras que por parte de Madrid se trata de que no se haga un corte de mangas, creo que la expresión es de Atutxa, al Estado de Derecho, en suma, que nos hallamos ante un pulso simbólico. Hay que ser muy entendido en leyes o balanzas -incluso romanas- para adivinar dónde terminará la farsa, aunque conviene subrayar que en esto, como en tantas otras cosas -creer, por ejemplo, que su voluntad y su programa son los del Pueblo-, los intérpretes de las voces ancestrales sólo saben seguir adelante trampeando. Y es que no pueden hacerlo de otra manera. Ahí tiene razón el cabeza más visible de las SA, Otegi. Si se pretende la soberanía, es decir, la independencia, sólo se puede aspirar a ella luchando frontalmente.

En efecto, si uno se cree la historieta de que está oprimido por un Estado (o dos) no tiene otra solución que ir a por él (o ellos). En cuanto se queda en las medias tintas, resulta atrapado por unas leyes que no desea ni admitir ni respetar, con lo que no sólo se ve maniatado para sacar adelante su proyecto de ruptura, sino que encima contribuye a maniatar a los verdaderos luchadores, quitándoles por ejemplo las alcaldías que les corresponden. Y claro, si éstos se enfadan por eso con aquéllos y quieren ocupar los ayuntamientos, Egibar les espeta -tempus fugit- que no admitirán semejante terapia de choque. Después de tanto luchar contra el españolismo en el terreno de lo simbólico, los patriotas de un grado y otro se van a ver confrontados a un baño de realidad que puede acabar con sus flirteos. O tempora o mores! Que no quiere decir, y ahora menos, el tempus de los amores (ni que demores la tempura).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En