NUESTRA ÉPOCA

Contra Matrix

Los informes distorsionados de los servicios de espionaje sobre las armas de destrucción masiva en Irak no son más que parte de todo un mundo neo-orwelliano de realidad virtual, fabricado por espías, políticos, portavoces y periodistas.

Da la impresión de que estamos viviendo en el mundo de Matrix. Miremos hacia donde miremos, topamos con una política de realidades fabricadas que recuerda el mundo de dicha película de culto. ¿Cómo podemos desconectarnos nosotros, los ciudadanos, y luchar contra él?

Fijémonos en tres informaciones importantes aparecidas en los medios de comunicaci...

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Los informes distorsionados de los servicios de espionaje sobre las armas de destrucción masiva en Irak no son más que parte de todo un mundo neo-orwelliano de realidad virtual, fabricado por espías, políticos, portavoces y periodistas.

Da la impresión de que estamos viviendo en el mundo de Matrix. Miremos hacia donde miremos, topamos con una política de realidades fabricadas que recuerda el mundo de dicha película de culto. ¿Cómo podemos desconectarnos nosotros, los ciudadanos, y luchar contra él?

Fijémonos en tres informaciones importantes aparecidas en los medios de comunicación la semana pasada. Resulta que emprendimos la guerra contra Sadam Husein basándonos en unos informes de los servicios de espionaje angloamericanos que los políticos tergiversaron o incluso falsificaron. La cumbre de dirigentes mundiales en Evian ha ofrecido unas sonrisas fotográficas para la galería, entre el presidente Bush y el canciller Schröder, que reflejan todo lo contrario del estado real de sus relaciones. Y la prensa británica de extrema derecha presenta la imagen de un superestado federal europeo como una auténtica apisonadora, tan parecida a la realidad de los debates en la convención constitucional de Bruselas como una escultura de Salvador Dalí a un cazo de metal.

Cuando llega al final de la cadena de alimentación, el dato original es irreconocible. El hecho se ha convertido en una realidad fabricada
No creo que Blair dijera cosas que sabía que eran falsas. No puedo decir lo mismo de la Oficina de Planes Especiales y de la de Influencia Estratégica de EE UU
Los más enterados dicen que Bush no piensa perdonar a Schröder lo que considera la flagrante ruptura de una promesa hecha en privado a propósito de Irak

Este intento sistemático de engañar a la mayoría de la gente, durante la mayor parte del tiempo, es obra de unos hombres y mujeres que están entre los más inteligentes, mejor informados y mejor pagados de las sociedades occidentales: portavoces, asesores de relaciones públicas, gacetilleros y agentes secretos. Como O'Brien, el miembro del Partido Interior en 1984, de George Orwell, están mejor informados. Han visto la fotografía, la cinta o la transcripción que demuestra que el público se equivoca, pero, igual que O'Brien, la han enterrado en el pozo de la memoria: "Cenizas, dijo, ni siquiera cenizas identificables. Polvo. No existe. Nunca existió".

En el año del centenario de Orwell, la "guerra contra el terrorismo" nos conduce inesperadamente a un mundo orwelliano. Nos dicen que Oceanía (Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia) debe emprender una guerra contra Irak, es decir, la Eastasia o la Eurasia de Orwell, sobre la base de unos informes de los servicios secretos. Uno de los mejores elementos del intenso discurso que pronunció Tony Blair ante la Cámara de los Comunes para justificar la guerra fue su repetición retórica del "yo sé... yo sé...", mientras aseguraba que a varias dictaduras les faltaba "muy poco tiempo para poseer un arma nuclear utilizable", y recurría a detalles que el ciudadano corriente no tiene forma de comprobar.

No creo que los servicios secretos británicos, ni sus coordinadores e intérpretes en el Comité Mixto de Información, transmitieran conscientemente informes falsos al primer ministro. Su tarea era lanzar advertencias, y eso, sobre todo en el caso de la amenaza real de unos dictadores o terroristas que intentan obtener armas de destrucción masiva, significa avisar de la posibilidad de que se produzca la peor situación posible, aunque sólo se disponga de una fuente. Lo que debe investigar ahora una comisión especial es hasta qué punto hicieron bien dicha tarea. Tampoco creo que Tony Blair dijera cosas que sabía que eran falsas. No puedo decir lo mismo de la Oficina de Planes Especiales y la Oficina de Influencia Estratégica, ambas del Pentágono; ni de los portavoces que elaboraron el segundo dosier de Downing Street; ni de algunos gacetilleros que vendieron el engaño.

Realidades virtuales

Lo que importa es que la política democrática del siglo XXI actúa en un mundo mediático de realidades virtuales, en el que las apariencias son más importantes que la realidad. El género de la política moderna no es realidad ni ficción, sino realidad ficticia. Es un docudrama que se desarrolla sin cesar. No es el mundo de la neolengua, sino de Newscorp. No está creado por una burocracia única y totalitaria, sino por una relación íntima y habitual entre políticos, portavoces, asesores de relaciones públicas y periodistas que trabajan para empresas mediáticas, en Londres, Berlín, París o Washington. Si visitamos www.newscorp.com, la página web de la News Corporation de Rupert Murdoch, nos encontraremos con esta declaración de principios: "Del mismo modo que nuestro personal abarca el mundo entero, nuestra visión comprende el arte y el humor, la audacia y la compasión, la información y la innovación... Cada día, cientos de millones de personas se entretienen e instruyen gracias a los autores y actores, impresores y productores, periodistas y directores que cumplen (sic) nuestra misión". Instructivo, desde luego.

Y así es como la información inicial, muchas veces una mera hipótesis o una insinuación, pasa de una secretaria aislada en un despacho de Bagdad al Pentágono, la CIA o el MI6, donde se discute y se adorna un poco (ningún servicio de información quiere que luego se diga que no hubo advertencia por su parte); de ahí, a los portavoces de la Casa Blanca o el número 10 de Downing Street, donde se le da gran publicidad; y de ahí, mediante ruedas de prensa informativas que contribuyen al bombo y platillo, a las primeras páginas sensacionalistas y, con frecuencia, inventadas, de The Sun o The New York

Post. Cuando llega al final de la cadena de alimentación, el dato original es irreconocible. El hecho se ha convertido en una realidad fabricada.

¿Qué podemos hacer contra este auténtico Matrix? Averiguar los hechos e informar de ellos. "Los hechos son subversivos", dijo el gran periodista estadounidense I. F. Stone. Un amigo y yo tenemos desde hace mucho tiempo el sueño de crear un periódico llamado, simplemente, The Facts

(Los hechos). No La verdad, que es muy difícil de encontrar y depende mucho de las interpretaciones. Simplemente Los hechos. En este sentido, muchos creemos que la prensa estadounidense de calidad sigue siendo una luz en la oscuridad. Por eso las revelaciones de que unos periodistas de The New York Times -que, en mi opinión, sigue siendo el mejor periódico del mundo- se habían inventado sus reportajes han causado tanta conmoción. La BBC también suele defender los hechos; frente a la neolengua de Orwell y Newscorp de Murdoch, seguimos teniendo el informativo Newsnight. En todo el mundo existen diarios de calidad -incluido éste, espero- y periodistas que resisten.

Pero la tendencia, tanto en el periodismo como en la política, y ahora también, seguramente, en el uso político de la información, consiste en alejarse de los hechos y acercarse a un mundo neo-orwelliano de realidad fabricada. Se trata de algo ligeramente distinto (aunque parecido) a las mentiras. En la cumbre de Evian, por ejemplo, el canciller Schröder salió a la terraza del hotel mientras Bush y Chirac charlaban con cierto aire de incomodidad. Schröder estaba hablando por su teléfono móvil. Se lo puso en la mano a Chirac y le dijo que era una llamada importante; Chirac se apartó para hablar. A Bush no le quedó más alternativa que dejarse ver charlando amistosamente con Schröder, cuya risa forzada se pudo oír a muchos metros de distancia. Schrö-der había conseguido su foto de "la reconciliación entre Alemania y EE UU" para los diarios alemanes del día siguiente. Después se supo que quien había llamado urgentemente con un mensaje de tremenda importancia política para Chirac era... Doris, la mujer de Schröder. Completamente preparado. Mientras tanto, los más enterados dicen que, a pesar de la foto, Bush no piensa perdonar a Schrö-der lo que considera la flagrante ruptura de una promesa hecha en privado a propósito de Irak.

La 'noticia'

"Dos millones de puestos de trabajo en peligro", clamaba The Sun el martes 27 de mayo. "La UE se adueñará de nuestra economía". La noticia comenzaba así: "Dos millones de empleos desaparecerán si Tony Blair firma el nuevo tratado de la UE, según los temores expresados anoche". En una página interior se veía que esa cifra de dos millones no era más que el cálculo de un economista euroescéptico, Patrick Minford. Bienvenidos a otro rincón de Matrix.

Y así con todo. El mejor sitio para empezar a luchar contra el neo-orwellianismo es el final de la cadena alimentaria, los medios de comunicación. De forma que, si quieren luchar contra Matrix, háganse periodistas. Averigüen los hechos y cuéntenlos. Como Orwell.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

El presidente francés, Chirac, agarra por el hombro al presidente de Estados Unidos, Bush, en la cumbre de Evian.AP

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