Columna

Listas

El reciente viaje de Aznar a los EEUU le ha servido para ofrecer a la opinión pública lo que considera toda una baza electoral: haber logrado que Batasuna, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok figuren en la lista de organizaciones terroristas del Gobierno de aquel país. "Para que luego digan que apoyar una guerra no sirve para nada", espetó el presidente a los periodistas. A juzgar por la sonrisa con la que desde que llegó de Washington ha venido pregonando el asunto, a Aznar debió parecerle toda una hazaña eso de colaborar en la matanza de miles de iraquíes, y en la destrucción de un país ente...

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El reciente viaje de Aznar a los EEUU le ha servido para ofrecer a la opinión pública lo que considera toda una baza electoral: haber logrado que Batasuna, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok figuren en la lista de organizaciones terroristas del Gobierno de aquel país. "Para que luego digan que apoyar una guerra no sirve para nada", espetó el presidente a los periodistas. A juzgar por la sonrisa con la que desde que llegó de Washington ha venido pregonando el asunto, a Aznar debió parecerle toda una hazaña eso de colaborar en la matanza de miles de iraquíes, y en la destrucción de un país entero, a cambio de volver a casa con la flamante lista debajo del brazo.

Sin embargo, no creo que los miembros de otras listas, las de los amenazados por ETA, hayan dormido más tranquilos desde entonces. Probablemente, quienes se saben en el blanco de los terroristas habrán sentido bastante más alivio por la detención del último comando a cargo la policía francesa -sí, esos gabachos traidores que no tienen valor para enfrentarse a Sadam-, que por la promesa de protección de la CIA y el Pentágono. Tras casi dos años buscando a Bin Laden por todo el mundo, y después de haber desplegado más de 200.000 soldados para encontrar unas armas de destrucción masiva que siguen sin aparecer, no creo yo que las credenciales antiterroristas del Gobierno de EE UU sean las mejores. Claro que a lo mejor le han ofrecido a Aznar hacer un hueco en Guantánamo para todos los que el inefable Michavilla dice que son de ETA, porque pretendían concurrir a las elecciones en las listas prohibidas por los tribunales.

Porque esta es otra que se las trae. Uno, aunque no comparte la decisión judicial, entiende la preocupación por analizar el vínculo existente entre Batasuna y ETA. A fin de cuentas, hasta la propia ETA demuestra una cierta relación -al menos instrumental- al pedir el voto para las citadas listas, lo que evidencia que de alguna forma las considera favorables para sus intereses. Ahora bien, otra cosa es lo que las personas que se presentan en ellas piensen del asunto. Por ello, pretender que las listas de más de 200 pueblos son candidaturas de ETA , insinuando que todo el que figure en ellas es miembro -o colaborador necesario, aunque no lo sepa o no lo crea- de la organización terrorista, no sólo es un despropósito sino, además, un absurdo, ya que ello obligaría a detener a miles de personas de forma inmediata.

La semana anterior nos trajo también otra lista, la de algunos intelectuales de relumbrón disertando sobre la complicidad de las instituciones vascas, de la iglesia, y de los ciudadanos nacionalistas, en la persecución y las amenazas que sufren miles de personas, diseccionando a la sociedad vasca como si los firmantes hubieran vivido entre nosotros toda la vida. Unos días antes, otra lista de intelectuales, esta vez del País Vasco, había firmado, ante el inicio de la campaña electoral, una declaración de solidaridad con los amenazados en la que se llamaba a la convivencia, al respeto al pluralismo, y a evitar la peligrosa fractura social hacia la que nos encaminamos. Sin embargo, pese a tratarse de gentes que llevan muchos años luchando contra la violencia, pese a que varios de ellos tienen que ir escoltados todos los días, y pese a que algunos incluso han sufrido atentados en su propia carne, su llamamiento no ha merecido la esperada difusión fuera de Euskadi. Una pena, pues, aunque fuera del paisito muchos no se lo puedan imaginar, la intelectualidad vasca es bastante más plural de lo que algunos piensan, sin que ello suponga que unos sean más firmes que otros en la defensa de la democracia, por más que ocupen todo el espacio de los medios de comunicación.

En fin, que tanto hablar de listas y nadie ha prestado atención a la propuesta de Zapatero ofreciendo hablar de listas abiertas si gana las elecciones. Después de tantos años reclamando el asunto, ahora que alguien se atreve a plantearlo, casi pasa desapercibido. Esperemos que no sea porque nadie se lo cree, dada la larga tradición de incumplir las promesas electorales instalada en nuestra clase política.

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