Reportaje:

Rozando el puente colgante

El buque gasero 'Íñigo Tapias' tuvo que abatir su chimenea para salir a mar abierto

Cientos de personas se acercaron a media mañana de ayer hasta el puente colgante de Portugalete para presenciar en vivo y en directo desde ambas orillas el paso de un buque. Lo excepcional de la ocasión era la altura del barco recién botado. El gasero Íñigo Tapias,

encargado a los astilleros Izar de Sestao por el armador Fernando Fernández Tapias, es el más alto de los barcos que jamás han cruzado la denominada puerta de Vizcaya.

En su punto más elevado, el buque supera los 58 metros, casi diez más que la pasarela superior del puente, pero tanto su chimenea como su mástil ...

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Cientos de personas se acercaron a media mañana de ayer hasta el puente colgante de Portugalete para presenciar en vivo y en directo desde ambas orillas el paso de un buque. Lo excepcional de la ocasión era la altura del barco recién botado. El gasero Íñigo Tapias,

encargado a los astilleros Izar de Sestao por el armador Fernando Fernández Tapias, es el más alto de los barcos que jamás han cruzado la denominada puerta de Vizcaya.

En su punto más elevado, el buque supera los 58 metros, casi diez más que la pasarela superior del puente, pero tanto su chimenea como su mástil de popa pueden ser abatidos, con lo que su altura disminuye en diez metros. Ésa es la operación que los operarios tuvieron que hacer para que el buque pudiera pasar bajo el puente colgante, cuya altura máxima es de 49,6 metros. La delicada maniobra se realizó, tal y como estaba previsto, una hora antes de la pleamar, cuando las corrientes son más suaves y el volumen de agua mayor.

El buque, de 284 metros de eslora y 45 de manga, puede transportar hasta 138.000 metros cúbicos de gas natural licuado. La maniobra estaba minuciosamente planeada. El Íñigo Tapias partió a primera hora de la mañana de los astilleros con más de un centenar de personas a bordo -marineros, ingenieros, inspectores navales, etcétera- para recorrer las cuatro millas que hay hasta la desembocadura de la Ría. El gasero estará ocho días en el mar haciendo pruebas de navegación y después remontará de nuevo la Ría hasta los astilleros. Allí se le darán los últimos retoques antes de comenzar a operar en el transporte de gas licuado.

Momento en el que la imponente estructura del Iñigo Tapias pasa, ayer por la mañana, bajo el puente colgante.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
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