Columna

La conjetura

Uno de los oficios más valorados y buscados en estos días previos al 25 de mayo es el de zahorí demoscópico. La situación de empate técnico que apuntan los sondeos, después de que José María Aznar haya conducido a sus tropas hasta la cumbre para despeñarlas y ofrecerlas en sacrificio a George Bush, ha abierto un escenario de incertidumbre y pánico en ámbitos muy estratégicos, cuya presión desquicia o simplemente mortifica. Hoy, cualquier tipo que reúna el talento de coger las últimas encuestas que ha suministrado el mercado y, distribuyendo la estimación entre las circunscripciones a través de...

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Uno de los oficios más valorados y buscados en estos días previos al 25 de mayo es el de zahorí demoscópico. La situación de empate técnico que apuntan los sondeos, después de que José María Aznar haya conducido a sus tropas hasta la cumbre para despeñarlas y ofrecerlas en sacrificio a George Bush, ha abierto un escenario de incertidumbre y pánico en ámbitos muy estratégicos, cuya presión desquicia o simplemente mortifica. Hoy, cualquier tipo que reúna el talento de coger las últimas encuestas que ha suministrado el mercado y, distribuyendo la estimación entre las circunscripciones a través de los coeficientes hallados a partir de la serie histórica del resultado, haga una extrapolación novedosa, recalcule el recuerdo de voto, reasigne a los indecisos y proyecte los escaños, puede comer y cenar gratis en los mejores restaurantes de la ciudad hasta el día de reflexión. Hay muchos individuos dispuestos a correr con la cuenta con tal de poder escuchar de su análisis lo que en el fondo quieren oír. Desde que el Centro de Investigaciones Sociológicas es más importante que los oráculos de Dodona y Delfos juntos no se había dado una situación tan confusa en el sinuoso oficio de la especulación electoral. La espiral de silencio desatada según los especialistas tras el impacto mediático de la guerra de Irak ha hinchado de clembuterol todos los sondeos, sin ninguna garantía de que ese peso se aproxime ni de lejos al que sancione la báscula cuando se destripen las urnas. Las empresas demoscópicas se han demostrado incapaces de resolver esta encrucijada con fiabilidad aproximada. Ninguno de los datos que circulan de forma oficial o por el mercado negro aporta la suficiente luz como para decantar de antemano una mayoría en la Generalitat, por lo que el factor decisivo radicará en la participación y el partido con capacidad de formar gobierno puede que no se conozca hasta que haya sido realizado el 100% del escrutinio. Ante esta espesa niebla tan metafísica y el vacío de solventes hermeneutas, algunos tratan de sacar desesperadamente datos del poso de la copa de malta Glenrothes o de los bigotes de una gamba rayada.

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