Crítica:

Inversión monumental

En 1969, el pintor neoexpresionista alemán Georg Baselitz (Deutchbaselitz, 1938) decidió que desde entonces las figuras de sus cuadros serían pintadas por él y contempladas por el público en posición invertida. Con esta medida, lo que intentaba era que el interés no recayera en el poder de atracción de las imágenes, que además son torpe y violentamente trazadas por el pintor, sino en las cualidades de lo propiamente pictórico, es decir, en la gestualidad del trazo, en la materialidad de la pasta pictórica y en el color.

Como muchos otros pintores expresionistas, Baselitz ha desarrollado...

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En 1969, el pintor neoexpresionista alemán Georg Baselitz (Deutchbaselitz, 1938) decidió que desde entonces las figuras de sus cuadros serían pintadas por él y contempladas por el público en posición invertida. Con esta medida, lo que intentaba era que el interés no recayera en el poder de atracción de las imágenes, que además son torpe y violentamente trazadas por el pintor, sino en las cualidades de lo propiamente pictórico, es decir, en la gestualidad del trazo, en la materialidad de la pasta pictórica y en el color.

Como muchos otros pintores expresionistas, Baselitz ha desarrollado también una intensa actividad como grabador, trasvasando estas cualidades plásticas a los aguafuertes y linóleos.

GEORG BASELITZ

Galería Estiarte

Almagro, 44. Madrid

Hasta el 19 de mayo

Tanto en sus cuadros como en sus grabados se hacen evidentes unas ansias de monumentalidad, lo que se hace particularmente explícito en los enormes linograbados que ahora se muestran, muchos de los cuales superan los dos metros de altura.

Pero no es ni el tamaño ni la enorme superficie lo que hace monumentales a estas obras, sino la manera en que los gestos, violentos y contundentes, conforman unas figuras que al ser colocadas en posición invertida impiden al espectador ajustar cabalmente los términos de proporción, agigantándose así en su contemplación.

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