Crónica:GOLF | MASTERS

Las mujeres claman contra Augusta

El torneo, ayer suspendido por la lluvia, recibe la protesta feminista porque el club no acepta socias

Augusta es territorio independiente, pero cuando llueve, llueve. A los socios de su club no les molesta el humo, y en sus restaurantes, cafeterías, tiendas y oficinas no rigen las estrictas normas antitabaco. A los socios, pocos y muy ricos, no les apetece tener compañeras socias con los mismos derechos, y la Constitución y sus enmiendas que proscriben toda discriminación se quedan frenadas en las puertas del venerable club, del Augusta Nacional Golf Club.

Toda la noche llovió. El agua inundó los bunkers, convirtiendo en chapapote sus blancas arenas, anegó las calles, empapó los ...

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Augusta es territorio independiente, pero cuando llueve, llueve. A los socios de su club no les molesta el humo, y en sus restaurantes, cafeterías, tiendas y oficinas no rigen las estrictas normas antitabaco. A los socios, pocos y muy ricos, no les apetece tener compañeras socias con los mismos derechos, y la Constitución y sus enmiendas que proscriben toda discriminación se quedan frenadas en las puertas del venerable club, del Augusta Nacional Golf Club.

Toda la noche llovió. El agua inundó los bunkers, convirtiendo en chapapote sus blancas arenas, anegó las calles, empapó los greenes. Los sistemas de drenaje del campo mejor cuidado del mundo funcionaron a la perfección, las máquinas secadoras estaban preparadas para chorrear aire caliente en los greenes y endurecerlos. La apariencia no era tan mala. Su hubiera sido otro campo, otro torneo, se habría salido a jugar, aunque los jugadores habrían tenido el derecho a marcar sus bolas en las calles, levantarlas y limpiar de barro sus marcas de viruela. Pero esto es Augusta, esto es el Masters, aquí rige la ley de Hootie Johnson, el testarudo presidente, y uno de sus artículos lo dice claramente: antes admitir a una mujer socio que permitir a los jugadores marcar las bolas en la calle. Se suspendió entera la jornada, una decisión que no había sido necesario tomar desde 1983 -Ballesteros ganó su segunda chaqueta verde en lunes-, con lo que a los jugadores les espera hoy fino madrugón y ración doble de hoyos para recuperar en nueve horas de faena y desesperación, desde el amanecer hasta la puesta del sol. Con el campo mojado la bola se clava en la hierba de las calles, no rueda, no se acerca al green; con el frío y la humedad la bola vuela menos. Algunos tendrán que utilizar maderas para llegar a green en algunos pares cuatro, como en el monstruoso hoyo cinco, algunos acabarán con agujetas en los brazos y en las piernas. "A algunos se les hará muy duro, sí", dice Alejandro Larrazábal, el amateur barcelonés de 23 años que no ve el momento de disputar su primera ronda competitiva en Augusta. "Pero creo que yo y los demás jóvenes tendremos ventaja para resistir mejor".

Aunque quizás el Masters tenga que volver a terminar en lunes, Hootie Johnson conseguirá un año más que nadie marque la bola en las calles de Augusta, pero quizás sea el último año que evite que una mujer sea socio de su exclusivo club. Éste es el objetivo de Martha Burk y sus compañeras del Consejo Nacional de Organizaciones Feministas que se manifestarán mañana en las cercanías del campo, en un campo situado a unos 800 metros de distancia ya que el sheriff del condado de Richmond, autoridad policial de la zona, no ha considerado su petición de manifestarse en las puertas del club debido a los trastornos que causaría al tráfico la protesta. En su apoyo acudirá a Augusta el reverendo Jesse Jackson, paladín de las causas de las minorías discriminadas, y en su contra un personaje, único miembro de una escisión unipersonal del Ku Kux Klan, y un ciudadano de Augusta que ha solicitado permiso para manifestarse en contra de las manifestaciones sin sentido. Aunque todo suena a chiste y no se espera más que unos cientos de manifestantes, el asunto tendrá repercusiones en los medios de comunicación de todo el mundo, lo que, de todas formas, no altera los nervios de Hootie Johnson, quien intenta sobrevivir a la contradicción público-privado: banquero y político de corte progresista que ha luchado contra la discriminación racial desde los años 70 y presidente de un club que se reclama sólo masculino. "Aunque acoja un torneo público como el Masters, el club es privado y nadie puede decirnos a quién debemos admitir como socio", dijo el miércoles en conferencia de prensa. "A Tigre Woods no le diré cómo tiene que jugar si el no me dice cómo tengo que llevar el club. Y aunque me caiga muerto ahora mismo, la posición del club no cambiará en este tema".

Operarios de Augusta achican agua durante la jornada de ayer.ASSOCIATED PRESS

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