Análisis:ZAPPING

Palomitas

Arenas (PP) y Rodríguez Zapatero (PSOE) practican la retórica de las sevillanas: cada frase se repite dos veces. En el caso de las sevillanas responde a un sistema métrico de tradición oral. Los políticos, en cambio, parecen repetir las cosas o porque creen que somos tontos o para convencerse a sí mismos.

Carlos Boyero analiza los Oscar en La mirada crítica. Con la ayuda de la eficaz Montserrat Domínguez eleva un repaso coyuntural a categoría de reflexión sobre la interpretación audiovisual de las cosas. Boyero, con cara de sueño, califica a Sadam de "disparate" no sólo por sus a...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Arenas (PP) y Rodríguez Zapatero (PSOE) practican la retórica de las sevillanas: cada frase se repite dos veces. En el caso de las sevillanas responde a un sistema métrico de tradición oral. Los políticos, en cambio, parecen repetir las cosas o porque creen que somos tontos o para convencerse a sí mismos.

Sesión continua

Carlos Boyero analiza los Oscar en La mirada crítica. Con la ayuda de la eficaz Montserrat Domínguez eleva un repaso coyuntural a categoría de reflexión sobre la interpretación audiovisual de las cosas. Boyero, con cara de sueño, califica a Sadam de "disparate" no sólo por sus actos, sino también por sus gustos cinéfilos. Contra el control televisivo ejercido por iraquíes y anglo-americanos, la ficción resulta más verosímil, y puede que haya más verdad en El pianista que en según qué informativos. La grandeza del cine, además, consiste en que, al terminar la toma, los muertos se levantan y regresan a sus casas.

Incontinencia

En Hotel Glamour se suceden los líos. Ni siquiera los que mandan saben qué va a pasar. Jesús Vázquez, que parece un portero de fútbol vendido por su defensa, vio cómo Pocholo dinamitaba el plató con su incontinencia catódica. El caos estuvo a punto de cargarse cualquier continuidad, aunque el delirio le sentó bien al formato. HG es un laboratorio: el secreto consiste en ir superando una catarata de sorpresas. Televisión sin red, circo primario sin guión, y riesgo de caer en lo chabacano o en arranques surrealistas, como cuando Vázquez riñó a Pocholo tal que así: "Resolvamos esto como caballeros de España, con apellidos y con honor, coño". ¿A qué caballeros se refería? ¿A qué apellidos?

Estilo Dragó

Crónicas marcianas ha fichado a Juan Carlos Ortega, prodigio audiovisual que, pese al tiempo que lleva practicando un sutil y nada superficial humor filosófico (con Miquel Giménez, Julia Otero, Jordi González, Pepa Fernández y Gemma Nierga), todavía no tiene, ay, el Premio Ondas. El otro día salió entrevistando a un anciano que había ido a tatuarse en la espalda los nombres de los componentes de la generación del 27 y le tatuaron los de la generación del 98. El viejo estaba indignado, con razón, y amenazó con demandar al tatuador al grito de "Son unos cabrones". Cambio de tema. En La noche abierta, Pedro Ruiz respondió con agilidad y contundencia al renuncio documental de Javier Sardá. Le demostró que el "No a la guerra" no es patrimonio de nadie en un tiroteo de vanidades que huele a concurso de a ver quien tiene el "No a la guerra" más largo. Para rematar, Ruiz afirmó que es más peligroso meterse con Gestmusic que con el Gobierno. La guerra, pues, lo contamina todo. Incluso Antonio Gasset Dubois, el irónico padre de Días de cine, estaba afectado. Antes de la publicidad, confesó: "En estos días, perdonadme, la tristeza y la sensación de impotencia me han borrado la inspiración".

Archivado En