Reportaje:

Cien barcas vuelven a surcar el Estanque Grande

El alcalde reestrena en el Retiro fuentes e instalaciones náuticas en su lago, reabierto al público tras dos años de rehabilitación

Rafael Boto y su amigo José Antonio, ambos de 66 años, industriales y jubilados, acaban de descender de una barca en un pantalán nuevo del estanque Grande del Retiro. Su rostros reflejan satisfacción. Son los primeros navegantes, en barcas novísimas de fibra de vidrio de cáscara azul y contenido blanco, con remos de madera de haya, que cruzan sobre esta masa de 58.265 metros cúbicos de agua vedada al público desde el 30 de septiembre de 2001. A partir de tal fecha el estanque fue vaciado para impermeabilizar su vaso, de más de 250 metros de longitud por 125 de anchura.

Ese enorme recipi...

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Rafael Boto y su amigo José Antonio, ambos de 66 años, industriales y jubilados, acaban de descender de una barca en un pantalán nuevo del estanque Grande del Retiro. Su rostros reflejan satisfacción. Son los primeros navegantes, en barcas novísimas de fibra de vidrio de cáscara azul y contenido blanco, con remos de madera de haya, que cruzan sobre esta masa de 58.265 metros cúbicos de agua vedada al público desde el 30 de septiembre de 2001. A partir de tal fecha el estanque fue vaciado para impermeabilizar su vaso, de más de 250 metros de longitud por 125 de anchura.

Ese enorme recipiente ha sido cimentado por primera vez en una historia iniciada en el primer tercio del siglo XVII, cuando la Corte de Felipe IV empleó ese estanque para sus combates navales de mentirijilla, naumaquias y otros divertimentos similares a los que ayer hiceron gozar durante 45 minutos a Rafael y José Antonio. Cada uno pagó por su paseo, rememorante de su infancia, la suma de 1,90 euros. Ese precio es el que se les aplica por ser mayores de 65 años, ya que los adultos algo más jóvenes deberán abonar 3,80 euros por el mismo trayecto.

Por primera vez ha sido impermeabilizado el gran vaso, cuya depuradora permite vivir a miles de carpas

Las barcas son de tamaño único, frente a los tres tipos existentes antes. Han sido construidas en Daganzo. Uno de los tres barqueros del estanque, provisto de su bichero de madera, atraca la proa de su barca junto al pantalán de madera recién construido. A ambos lados se ven alineadas hasta 99 barcas iguales a la suya, para cuatro plazas, de las que los paseantes pueden disponer entre las diez de la mañana hasta las siete menos cuarto de la tarde, como reza un cartel en un pequeño pabellón recién reparado para las taquillas, con dos turnos, donde son atendidos por una empleada.

Al fondo, detenido sobre la gran masa de agua, permanece la heredera de la lancha Príncipe de Asturias, bajel que desde los años cincuenta del siglo XX surcaba estas aguas. Ahora se llama Puerta de Alcalá II y es una motora de 42 plazas que permanece allí a la espera de un lastrado de 3.000 kilos para fortificar su seguridad, verdadera obsesión de los parques náuticos tras la catástrofe, acaecida el 8 de octubre de 1998 en el lago gironés de Banyoles, donde se ahogaron 21 jubilados franceses.

"La seguridad es nuestra principal preocupación", dice Javier Rodríguez, gerente del Instituto Municipal de Deportes, que ha participado, con Parques y Jardines, Agua y Saneamiento y Rehabilitación Urbana en la innovación del estanque. En su extremo norte se conserva el templete de piedra arenisca desde donde una voz metálica, décadas atrás, numeraba las barcas que debían regresar a puerto cuando en las gozosas primaveras madrileñas los colegiales chapoteaban particulares naumaquias contra los del colegio de enfrente. Esa voz ya no vigila a nadie, pero sí parece hacerlo un gran reloj plano que desde el mismo templete areniscado indica, con precisión insual en cronómetros públicos, cuánto queda para retornar.

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Los dos jubilados recién desembarcados salen del estanque y contemplan a un grupo de estudiantes que grita, entre otros lemas, Do you understand?, stop the global war. (¿Comprendes?, detén la guerra global). Aquí hay lío, parecen decirse los dos amigos. Una cincuentena de jóvenes, barbas, mochilas y anhelos, gritan contra la guerra virados hacia la Casa de Vacas, pabellón empleado por la Junta de Distrito de Salamanca para fastos y exposiciones. En el interior, el alcalde José María Álvarez del Manzano, flanqueado por su amigo el concejal Adriano García-Loygorri, responsable de Medio Ambiente; Sigfrido Herráez, concejal de Rehabilitación, y Fernando Martínez Vidal, del área de Cultura, inaugura el remozamiento del Retiro, con una inversión de hasta 22 millones y medio de euros (más de 3.760 millones de pesetas), que ha tenido en el estanque recién arreglado expresión principal, que no única."Bajo la Fuente de la Alcachofa", revela Santiago Romero, jefe de Servicio de Parques y Jardines, "se han descubierto lajas fabulosas de granito". Después señala la justeza del cierre del muro perimetral del vaso y la apertura y realce del paseo del salón frontal, para loar luego a paisajistas, jardineros y técnicos. Otro tanto hace García-Loygorri, cuyo agradecimiento al alcalde por su atención presupuestaria hacia el Retiro y su tono, entre afectuoso y dolorido, preludian su mutua despedida.

Por fin, el alcalde, pulcro pese a mostrar en su hombro derecho vestigios de una yema de huevo recibida antes, en la inauguración de un polideportivo, evoca pasajes del Retiro de su infancia y se esponja en plácemes a colaboradores y amigos. Afuera, los estudiantes gritan contra la guerra en Irak. "Grito porque callar es ser cómplice del genocidio contra un pueblo indefenso", afirma una de las jóvenes. Adentro, el edil Martínez Vidal había identificado manifestantes con kale borroka. El alcalde, luego, atempera: "Recuerdo a todas y todos los madrileños que la democracia es respeto y tolerancia hacia las opiniones de los otros".

Agua, peces y árboles

La velada se presentaba festiva en la Casa de Vacas, pero se vio signada por la presencia de los estudiantes, pacifistas manque vociferantes, que acompañaron ruidosamente al alcalde durante la jornada.

El concejal de Medio Ambiente, Adriano García-Loygorri, destacó que en el Retiro han sido inventariados sus 18.000 árboles y cifró en 7.000 sus arbustos y en 44.000 sus metros de setos. Dijo también que su riego ya es automático en un 75% de su red y subrayó que el estanque cuenta a partir de ahora con una depuradora para tratar 550 metros cúbicos a la hora. Ello asegura el confort vital a 2.500 carpines dorados, carpas y otros peces que en el lago viven, tras ser desplazados durante el vaciado del vaso. Pero García-Loygorri aprovechó la velada para hacer un autobalance de casi una década de gestión al frente de su departamento. Se enorgulleció de mantener Madrid entre las ciudades más floridas y arboladas de Europa. No había, a la vista, ningún ecologista en acción para matizar sus asertos. "Sólo han dejado entrar a los del PP", se lamentaba José Víctor Moreno, de 56 años.

De sus logros, García-Loygorri glosó la ampliación de la depuración de aguas hasta volúmenes muy holgados y el gran reciclado desde la depuradora de La China. Recordó a la Patrulla Verde y, en especial, a Santiago Romero, primero de sus técnicos, facedor de muchos proyectos y hermético escudo de sus críticos.

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