OPINIÓN DEL LECTOR

Medicina privada

Les escribo bastante enfadado porque yo creía que la medicina privada no presentaba problemas de masificación y he comprobado en mis carnes que no es cierto y que tiene problemas cada vez más parecidos a los de la Seguridad Social. Son frecuentes las esperas en los consultorios y, lo que es peor, el recibir atención a toda prisa, con el médico exclusivamente preocupado por escribir un informe, en vez de escuchar al paciente. Además, resulta curioso que los mismos tics que se ven en un ámbito se encuentran en el privado, como por ejemplo, la cara de sorpresa que algunos médicos ponen cuando una...

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Les escribo bastante enfadado porque yo creía que la medicina privada no presentaba problemas de masificación y he comprobado en mis carnes que no es cierto y que tiene problemas cada vez más parecidos a los de la Seguridad Social. Son frecuentes las esperas en los consultorios y, lo que es peor, el recibir atención a toda prisa, con el médico exclusivamente preocupado por escribir un informe, en vez de escuchar al paciente. Además, resulta curioso que los mismos tics que se ven en un ámbito se encuentran en el privado, como por ejemplo, la cara de sorpresa que algunos médicos ponen cuando una persona les informa de todo aquello que cree importante revelar de su salud. Es muy desagradable encontrar a esos médicos que ponen cara de estar frente a un hipocondríaco cuando uno les cuenta que padeció una enfermedad grave que, con certeza, puede estar determinando la dolencia leve que hoy se sufre y que puede llegar a complicarse en virtud de esa enfermedad de la que se le da cuenta.

Por la otra parte existen los médicos de verdad, los de toda la vida que atienden con amabilidad y respeto a los pacientes y con los que derrochan afecto. Recientemente tuve ocasión de ser atendida por una médico en un hospital público de Castellón de la Plana que se volcó conmigo y le ví cómo sacaba adelante a una joven que había intentado quitarse de en medio. Por eso me fustaría que aquí en Madrid cundiera su ejemplo y que las y los médicos se dedicaran a escuchar atentamente a quienes sufren, para poder combatir mejor el dolor, en cuya lucha se encuentran los médicos de verdad comprometidos, según el juramento de Hipócrates.

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