Cartas al director

Lo que no veremos

Dejando al margen los nocturnos resplandores pirotécnicos con que, durante los bombardeos de la primera guerra del Golfo, nos regalaban las emisoras norteamericanas, escasas fueron las imágenes que llegaron a nuestros televisores de lo que entonces empezó a denominarse "daños colaterales", esto es: destrucción y, especialmente, muertos civiles. Escasas fueron las imágenes aun cuando aquella intervención estaba plenamente justificada como respuesta legítima a la invasión injustificada de un Estado soberano.

Ahora, años después, nuestro vocabulario continúa enriqueciéndose. Siguen apareci...

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Dejando al margen los nocturnos resplandores pirotécnicos con que, durante los bombardeos de la primera guerra del Golfo, nos regalaban las emisoras norteamericanas, escasas fueron las imágenes que llegaron a nuestros televisores de lo que entonces empezó a denominarse "daños colaterales", esto es: destrucción y, especialmente, muertos civiles. Escasas fueron las imágenes aun cuando aquella intervención estaba plenamente justificada como respuesta legítima a la invasión injustificada de un Estado soberano.

Ahora, años después, nuestro vocabulario continúa enriqueciéndose. Siguen apareciendo voces nuevas y sorprendentes: "guerra preventiva defensiva" para denominar lo que no pasa de un ataque unilateral y homicida, "mayoría legitimadora" para denominar ese conjunto de nueve votos que, pese a cualquier otra circunstancia, significaría el respaldo a la destrucción y a la muerte, etc.

Todo eso lo estamos viendo ya. Lo que no veremos después de los bombardeos masivos sobre Irak, cuando las tropas aliadas penetren en territorio iraquí, serán los muertos civiles, los despanzurrados inocentes, hombres, mujeres y niños. Si entonces, hace doce años, con el apoyo mayoritario de la población mundial a la guerra, vimos poca cosa en televisión, imagínense ustedes lo que ahora, con el también masivo rechazo a la intervención militar, nos será mostrado.

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Hoy, desafortunadamente, mi único deseo es que todo dure poco. Que el "eje del bien" alcance rápidamente sus últimos objetivos militares y que, muy pronto, a semejanza de aquel locutor radiofónico afín a la causa del treinta y nueve, pueda repetir la Casa Blanca: "La guerra ha terminado". Los tres de las Azores volverán quizás a reunirse para darse los parabienes.

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