Análisis:

Empieza una nueva época

En el Gran Premio de Bélgica de 1991, un joven piloto alemán de nombre Michael Schumacher debutaba en la fórmula 1 al volante de un Jordan-Ford. Fue la sorpresa; consiguió el séptimo mejor tiempo en los entrenamientos y aguantó bien en pista hasta que tuvo que abandonar por problemas mecánicos. Fue su primera y única carrera con Jordan, porque aquel mismo día recibió la visita de Flavio Briatore, que se lo llevó a Benetton. La pareja sólo tardó dos años en hacerse con el campeonato del mundo. Luego Schumacher seguiría su carrera en Ferrari y, de paso, desmontaría el equipo humano que le había ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En el Gran Premio de Bélgica de 1991, un joven piloto alemán de nombre Michael Schumacher debutaba en la fórmula 1 al volante de un Jordan-Ford. Fue la sorpresa; consiguió el séptimo mejor tiempo en los entrenamientos y aguantó bien en pista hasta que tuvo que abandonar por problemas mecánicos. Fue su primera y única carrera con Jordan, porque aquel mismo día recibió la visita de Flavio Briatore, que se lo llevó a Benetton. La pareja sólo tardó dos años en hacerse con el campeonato del mundo. Luego Schumacher seguiría su carrera en Ferrari y, de paso, desmontaría el equipo humano que le había llevado a la gloria en Benetton. El alemán dominaría la fórmula 1 como nadie lo había hecho, mientras Benetton languidecía ya sin Briatore.

Más información

Pero el exhuberante italiano no pudo vivir mucho tiempo lejos del olor a gasolina y neumático quemado. Se hizo de nuevo con la escudería y después convenció a Renault para que volviera a la competición. Faltaba encontrar un piloto; no cualquier piloto, sino uno de los que marcan la diferencia, de los que poseen el talento de forma natural, de los que sólo se contentan con ganar. Y lo encontró en Fernando Alonso.

También tuvo que convencerle para que le siguiera. Todo el mundo en el circo sabía del talento del joven piloto asturiano. Incluso Ferrari quería tenerlo sujeto a un contrato, tal vez para evitar lo que ahora ya se vislumbra, que no es otra cosa que será Alonso quien marque la época que seguirá a la de Schumacher, lo que también significa que será quien le gane sobre la pista.

Hay detalles que indican cuándo un proyecto está destinado al éxito. En el caso que nos ocupa, la alianza Alonso-Briatore está llena de ellos. La decisión, por ejemplo, de aprovechar las dos horas de entrenamientos libres el viernes antes de cada Gran Premio está mostrándose decisiva. Lo que parecía ser una oferta a las escuderías más débiles para que no hicieran un papel demasiado triste en las carreras a cambio de ceder horas de entrenamientos oficiales -básicamente en Montmeló- se está mostrando como la clave para adaptar el bólido a cada carrera y en especial para ajustarlo a la ruleta de la vuelta única. Cuando Briatore se decidió por esta opción, los arrogantes capos de Ferrari, McLaren y Williams poco más que le retiraron el saludo. Ahora ya lo saben. Ahora también sabemos que no hacen falta muchos más cambios en el sistema de competición porque hemos entrado en un cambio de época, de una época que se llamará Alonso.

Archivado En