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Doble ración

Miércoles, jueves, sábado y domingo. Cuatro días de partidos, dos jornadas completas y mucha tela en una intensa semana que ha visto perder el pie al Pamesa y debe elevar definitivamente al Lucentum a la categoría de agradable sorpresa tanto por sus resultados como por su juego.

Según un famoso pensador, el éxito no debe ser un fin, sino una consecuencia. Viendo la clasificación, se confirma que los que mejor han hecho las cosas, los que han construido sus equipos de forma más coherente, los que han tenido paciencia para ir creciendo, son los que viven mejor.

Eso no quita que, co...

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Miércoles, jueves, sábado y domingo. Cuatro días de partidos, dos jornadas completas y mucha tela en una intensa semana que ha visto perder el pie al Pamesa y debe elevar definitivamente al Lucentum a la categoría de agradable sorpresa tanto por sus resultados como por su juego.

Según un famoso pensador, el éxito no debe ser un fin, sino una consecuencia. Viendo la clasificación, se confirma que los que mejor han hecho las cosas, los que han construido sus equipos de forma más coherente, los que han tenido paciencia para ir creciendo, son los que viven mejor.

Eso no quita que, como decía Paco Olmos, el entrenador del Pamesa, después de su segunda derrota consecutiva, esta vez en Lleida, la Liga es larga y nadie está exento de sufrir contratiempos. Los padecen los valencianos, elevadas sus exigencias al máximo, que en el último mes se han tenido que multiplicar para atender a una Copa del Rey en la que fueron los anfitriones, un mano a mano con el Barcelona que ha durado muchas semanas y una competición internacional en la que dentro de unas horas se las tendrán que ver con el Estudiantes. Nuevos retos en los que está en juego su credibilidad como alternativa sólida y que suponen un desgaste físico y psicológico en el que es probable que se encuentre la causa de una semana tan desfavorecedora.

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Son problemas que ya les gustaría vivir a otros, como el Tau o el Madrid. La temporada de los vitorianos va de mal en peor. Se les fue la Copa a pesar de su heroico esfuerzo, necesitan un milagro de primera categoría para meterse en la final a cuatro de la Euroliga y en la Liga ACB penden de un hilo. El jueves, en su propia cancha, el Barça les dio un buen repaso, lejos de la igualdad copera. Debutan jugadores casi semanalmente, Scola anda muy lejos de su potencial; Nocioni ha perdido pujanza, y con ella el 50% de su capacidad, y Griffith dilapida su coste pasando más tiempo vestido de calle que de corte. Son los campeones y mantendrán su crédito hasta que las matemáticas digan lo contrario, pero cada jornada parece más factible lo que sería el bombazo del año.

Mientras tanto, el Madrid se fue de ejercicios espirituales, nunca despreciables si vienen acompañados por un aumento de la comunicación entre las partes, pero no parece atravesar su mejor momento. No tuvieron efectos inmediatos, como no podía ser de otra forma, pues una dinámica como la madridista no se cambia de la noche a la mañana.

Otro dato a considerar: 4.000 espectadores en el Madrid-Forum. Siempre se habla de la incondicionalidad de Malaga, Vitoria o Valencia con sus equipos. Lo de ayer demuestra que ni siquiera el mayor de los agujeros puede tapar y desanimar a unos cuantos miles de santos pacientes que se merecen tiempos mejores.

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