Crónica:FÚTBOL | La jornada de Liga

El 'show' del Mono Burgos

La lluvia de aciertos del portero del Atlético y su único error imponen un empate en Sevilla

Fue el partido de Germán Burgos, del Mono. Se apoderó de él con sus portentosas paradas, con su majestuosa frialdad en los mano a mano frente al delantero enemigo. Y también con su error, con una cantada impensable que disfrazó de gol un centro inofensivo. Le negó al Sevilla todas sus ocasiones, muchísimas. Y le regaló un tanto -el balón no llegó a entrar del todo, pero ese matiz no disculpa su fallo- justo en la única jugada en la que no lo había pedido. El Atlético, en todo caso, no puede echarle en cara nada a su portero. Sólo gracias a él acabó de pie una sesión que su estructura defensiva...

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Fue el partido de Germán Burgos, del Mono. Se apoderó de él con sus portentosas paradas, con su majestuosa frialdad en los mano a mano frente al delantero enemigo. Y también con su error, con una cantada impensable que disfrazó de gol un centro inofensivo. Le negó al Sevilla todas sus ocasiones, muchísimas. Y le regaló un tanto -el balón no llegó a entrar del todo, pero ese matiz no disculpa su fallo- justo en la única jugada en la que no lo había pedido. El Atlético, en todo caso, no puede echarle en cara nada a su portero. Sólo gracias a él acabó de pie una sesión que su estructura defensiva le había condenado a terminar en el suelo.

Ya en el primer tiempo todo olió a peligro en el Sánchez Piz-juán. No importaba la naturaleza de los ataques, ni su estética, ni su profundidad. Encerraban riesgo en todos los casos, en una portería y en la otra. No había juego, ni combate del bueno en el centro del campo, ni una inteligencia soberana en los metros de la verdad. No, no había demasiado partido, pero sí defensas calamitosas, especialmente la rojiblanca. Y así las ocasiones volaban a todo trapo de un lado a otro. El duelo, simplemente por la hiperactividad de los porteros, se antojaba trepidante.

SEVILLA 1 - ATLÉTICO 1

Sevilla: Notario; Redondo, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Gallardo (Vales, m. 73), Casquero, Torrado, Fredi (Machlas, m. 80); Toed-tli (Antoñito, m. 51) y Reyes. Atlético: Burgos; Otero, Coloccini, Hibic (García Calvo, m. 75), Sergi; Emerson (Movilla, m. 51), Albertini; Aguilera (Dani, m. 62), Correa, Luis García; y Javi Moreno. Goles: 0-1. M. 49. Albertini cuelga una falta al punto de penalti y Javi Moreno se adelanta a Torrado y marca de cabeza. 1-1. M. 55. Fredi centra desde la izquierda y Burgos atrapa, pero el balón se le escapa por debajo del cuerpo, lo empuja con el codo y lo saca finalmente desde la línea. Árbitro: Carmona. Expulsó a Reyes (m. 70), por doble amonestación. Tarjeta amarilla a Emerson, Coloccini e Hibic. 30.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.

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Del cruce de oportunidades del primer periodo salió agrandado Germán Burgos, el Mono, que dio un curso de cómo se debe plantar un portero en los mano a mano frente al delantero, que enseñó las ventajas que en esos lances tiene el aguantar. Otero, Coloccini e Hibic le castigaron a una intensa sesión de trabajo, también la indiferencia de los que debían cerrar espacios unos metros por delante. Pero el Mono reaccionó con una serenidad insultante, como si esperara plácidamente las llegadas enemigas con un cigarrillo entre los dedos.

El Sevilla no le daba muchas vueltas a la cabeza. Escogía un fútbol directo y frontal, lleno de pases largos desde la defensa, y el Atlético se atragantaba. Reyes lo descosía por velocidad y recortes, y tanto Gallardo y Toedtli como Fredi acompañaban el paseo. Pero todas las puertas que les abrían de par en par los defensas se las cerraba a cal y canto el Mono Burgos.

El Atlético también hacía ruido arriba. Echaba de menos a Torres y José Mari, pero, también sin necesidad de brillar en el trámite, se plantaba con cierta comodidad ante Notario. Correa y Luis García hacían agujeros en la zaga local sin recurrir a los arabescos y Javi Moreno, muy suelto, lo perdonaba todo. Parecía equilibrado el duelo. Malo en la elaboración, desastroso en defensa, pero intenso en ocasiones.

La segunda mitad, aunque nació con color rojiblanco, giró en seco del lado sevillista. Encontró el gol el Atlético a la salida de una falta y, de pronto, cayó fulminado. Se tiró atrás y siguió temblando en el despeje, achicando mal y quitando peor. Y siguió protegido milagrosamente por Burgos, el tranquilo.

Luego, el meta argentino se columpió en un lance intrascendente y el linier le castigó con un gol que no lo era del todo. Y el Atlético se derrumbó. Pero no su portero, precisamente el supuesto culpable del empate. Impermeable al error, Burgos siguió entero y sereno en el partido, con los nervios en el bolsillo del pantalón, poniéndole una sonrisa tanto a sus incontables aciertos como a su único error. Dejando sobre el Pizjuán una jugosa paradoja: a medida que relativizó el fútbol y el marcador, que interpretó cada suceso como propio de un simple juego, su figura se magnificó.

En pleno acoso del Sevilla, en una lluvia de llegadas durante 15 minutos, el Mono Burgos fue el mejor portero del mundo. Le puso una mano a un remate inalcanzable de Antoñito y aguantó con los pies en tierra, comiéndole terreno al delantero, achicándole, en cada arreón en forma de uno contra uno. Dejó vivo al Atlético.

Fue la expulsión de Reyes (m. 70) la que puso fin al vendaval. El Sevilla tiritó en inferioridad y se replegó. El Atlético volvió a respirar, pero no supo traducir en ocasiones su ventaja y aceptó el empate. El resultado que dictó Germán Burgos, el Mono, el rey absoluto del partido.

Burgos se dispone a recoger el balón, caído sobre su red.GARCÍA CORDERO

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