Crítica:CRÍTICAS

Soberbia Jennifer Aniston

No es extraño que Justine (Jennifer Aniston) sienta que la vida no la ha tratado bien. Joven y guapa, casada con un pintor de brocha gorda (John C. Reilly) que se pasa media vida fumando porros, empleada ella misma en un supermercado y habitante de una ignota ciudad pequeña situada en ninguna parte, su frustración es tan grande como su capacidad de sorpresa. Y no es extraño, pues, que cual una Emma Bovary proletaria, se sienta intrigada por un retraído joven, Holden (Jake Gyllenhaal), que aspira a escribir una especie de El guardián entre el centeno que lo haga no sólo rico, que es lo d...

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No es extraño que Justine (Jennifer Aniston) sienta que la vida no la ha tratado bien. Joven y guapa, casada con un pintor de brocha gorda (John C. Reilly) que se pasa media vida fumando porros, empleada ella misma en un supermercado y habitante de una ignota ciudad pequeña situada en ninguna parte, su frustración es tan grande como su capacidad de sorpresa. Y no es extraño, pues, que cual una Emma Bovary proletaria, se sienta intrigada por un retraído joven, Holden (Jake Gyllenhaal), que aspira a escribir una especie de El guardián entre el centeno que lo haga no sólo rico, que es lo de menos, sino famoso, insuperado.

De la intriga al amor sólo hay un paso, y de éste al adulterio, uno incluso menor: Holden es más que un amante; es casi un camino abierto. Pero es bien sabido que no siempre las decisiones que se adoptan resultan las más convenientes a los fines que se persiguen.

THE GOOD GIRL

Director: Miguel Arteta. Intérpretes: Jennifer Aniston, Zooey Deschamel, Jake Gyllenhaal, Tim Blake Nelson, John C. Reilly. Género: comedia dramática. Estados Unidos, 2001. Duración: 93 minutos.

Tercera película de Miguel Arteta (Chuck & Buck es su anterior crédito estrenado entre nosotros), The good girl es un irónico, elegante cuento moral, una indagación astuta sobre el compromiso personal y lo esquiva que resulta siempre la consecución de la felicidad.

Oficio

Narrada sin alharacas, con un oficio preciso, la película supone, en primer lugar, un prolijo retrato del hastío provinciano de anónimos proletarios sin futuro, seres con costumbres que resultan reiterativas hasta la saciedad, pequeñísimos hasta en sus sueños, patéticos cuando por fin deciden ponerse trascendentes.

Pero es también una disección inteligente de una relación condenada al fracaso desde antes de nacer, no en vano se nos muestran sus renqueantes arranques con todo lujo de detalles, para que comprendamos la infinita distancia que separa a un neurótico de una simple derrotada por la vida.

Y lo que la hace una cálida recomendación para espectadores inteligentes es, en fin, el talento singular de Jennifer Aniston, a cuyo justo lucimiento está supeditada toda la trama.

Actriz de indudable vis cómica, a la que estamos más acostumbrados a ver en la impagable Friends, pero que está labrándose una carrera cinematográfica acorde a sus indudables dotes, borda aquí su personaje de mujer frustrada, en un registro dramático al que, de cuanto en cuanto, ilumina con un guiño sutil, con una mirada cargada de inteligencia.

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