OPINIÓN DEL LECTOR

Rumanos de quita y pon

Ante los hechos acontecidos en la parcela de Aguirrelanda de Vitoria donde se había instalado a diversas familias de nacionalidad rumana, tras su desalojo, hace año y medio, del aparcamiento la Plaza de Toros por la Policía Municipal, SOS Racismo Araba reitera una vez más que estas personas, no son material de derribo, que se traslada, hoy aquí y mañana allá, en función de decisiones tomadas en función de otros intereses.

Después del desalojo del parking de la Plaza de Toros, donde había unos mínimos servicios que en la mini-parcela de Aguirrelanda nunca han existido, se ha proce...

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Ante los hechos acontecidos en la parcela de Aguirrelanda de Vitoria donde se había instalado a diversas familias de nacionalidad rumana, tras su desalojo, hace año y medio, del aparcamiento la Plaza de Toros por la Policía Municipal, SOS Racismo Araba reitera una vez más que estas personas, no son material de derribo, que se traslada, hoy aquí y mañana allá, en función de decisiones tomadas en función de otros intereses.

Después del desalojo del parking de la Plaza de Toros, donde había unos mínimos servicios que en la mini-parcela de Aguirrelanda nunca han existido, se ha procedido de nuevo al traslado de varias familias a Mendizabala. ¿A quién perjudicaba su presencia en Aguirrelanda? ¿Va a mejorar su situación? Durante años estas personas han sido y siguen siendo una especie de patata caliente que las autoridades locales tratan de encubrir. Incluso una ONG específica fue creada en su momento para actuar en este colectivo específico. Se llama Compartir. Los Servicios Sociales del Ayuntamiento, llevan años tratando de mejorar la situación de este colectivo. Sin embargo, no ha sido hasta el empadronamiento de estas personas, como, de otros emigrantes en general, cuando han ido entrando poco a poco, con muchas dificultades, en procesos de integración social. Dichos empadronamientos en la sede social de SOS Racismo han sido uno de los mecanismos útiles para desarrollar programas de integración.

Nos consta que determinadas familias y personas rumanas concretas, tras varios años de esfuerzos, van siendo integradas. Estos esfuerzos proceden de varias ONG y personas individuales, no solo de las entidades públicas. Aún así, un indeterminado número de familias no ha conseguido, no ha deseado o no ha encontrado situaciones favorables para seguir el mismo camino. La solución no es desplazarlos de un lugar a otro, para que poco a poco dejen de ser visibles. Estas personas, como las demás, son libre de ir, venir, instalarse donde les parezca mejor. Disponen de vehículos tipo furgoneta donde hacen su vida, dado que no es nada fácil encontrar y alquilar una vivienda para familias con varios hijos. Por ello, conviene reflexionar.

La mini-parcela de Aguirrelanda, al lado de un desguace, sin urbanizar, con el suelo de tierra y a distintos niveles, no ha sido, desde luego, mas que un simple aparcadero de personas. Nuetra organización lleva años solicitando que las administraciones públicas doten a la ciudad de un centro moderno de acogida temporal de inmigrantes, que, con unos mínimos de dignidad y servicios, den una solución temporal a este tipo de situaciones. Ahora se habla de crear una ciudad deportiva, para la que las inversiones han de ser por fuerza multimillonarias. ¿No quedarán unas migajas de esas inversiones para este necesario y vital centro? ¿Quizá el vetusto y vacío Seminario? Pero estamos seguros que no se hará. Ahora son los rumanos, mañana serán otros y después habrá otros más, y las autoridades locales justificarán sus decisiones con la buena conciencia de aquellos que tienen el estómago lleno y la cama limpia.

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