OPINIÓN DEL LECTOR

Bronca en el tren

Escribo estas líneas desde un tren de Cercanías en dirección a Barcelona que hace unos minutos ha recogido pasajeros en Sabadell Sud. Pasajeros por decir algo. Una horda de jóvenes emborrafarlopastillados se ha hecho con el vagón en pocos segundos gritando, fumando y escupiendo, algo completamente habitual a esta hora en este lugar, pues vuelven a casa tras pasar una entretenida tarde en la megadisco del lugar. Debido a las tristemente ya habituales contiendas, peleas y reyertas provocadas por estos jóvenes, a esta hora un amplio grupo de seguridad vela por los pasajeros de a pie...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Escribo estas líneas desde un tren de Cercanías en dirección a Barcelona que hace unos minutos ha recogido pasajeros en Sabadell Sud. Pasajeros por decir algo. Una horda de jóvenes emborrafarlopastillados se ha hecho con el vagón en pocos segundos gritando, fumando y escupiendo, algo completamente habitual a esta hora en este lugar, pues vuelven a casa tras pasar una entretenida tarde en la megadisco del lugar. Debido a las tristemente ya habituales contiendas, peleas y reyertas provocadas por estos jóvenes, a esta hora un amplio grupo de seguridad vela por los pasajeros de a pie que solemos sufrir los, por qué no decirlo, asquerosos modales de estos jovencitos. Hoy este grupo de seguridad no estaba cuando a un joven que pasaba por allí ha empezado a lloverle -sin motivo aparente- una tormenta de puñetazos, puntapiés y pisotones de suelas de palmo, mientras yo cubría mi cabeza para evitar recibir mi parte. Entonces, una señora se ha metido en aquel berenjenal, con los testículos que a mí me han faltado, provocando la huida como ratas de los agresores. El chaval sangraba por los cuatro costados y repetía: ¿Pero yo qué les he hecho?

Este es sólo un ejemplo de lo que nos encontramos todas las semanas, y hay días peores, se lo puedo asegurar. Señores de Renfe, yo pago mi billete, que no es barato, y no tengo por qué volver a casa manchado de sangre (que por suerte no era la mía, pero poco ha faltado) y con el corazón encogido lleno de rabia y... pena.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En