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La cuesta de las tablas

En Icod se corren las tablas durante las fiestas de San Andrés, el 30 de noviembre. Su origen se remonta al traslado de troncos y maderas desde los altos hasta la costa; recién fundada la villa, a finales del siglo XV, se estableció una importante industria maderera, propiciada por la enorme riqueza natural del término. A finales del siglo XVII ya existía una cuesta llamada "de las Tablas". Lo que empezó siendo una mera tarea laboral y cotidiana se ha ido convirtiendo, con el devenir de los tiempos, en una alegre y participativa fiesta popular.

Las tablas se hacen generalmente con tea, ...

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En Icod se corren las tablas durante las fiestas de San Andrés, el 30 de noviembre. Su origen se remonta al traslado de troncos y maderas desde los altos hasta la costa; recién fundada la villa, a finales del siglo XV, se estableció una importante industria maderera, propiciada por la enorme riqueza natural del término. A finales del siglo XVII ya existía una cuesta llamada "de las Tablas". Lo que empezó siendo una mera tarea laboral y cotidiana se ha ido convirtiendo, con el devenir de los tiempos, en una alegre y participativa fiesta popular.

Las tablas se hacen generalmente con tea, el corazón incombustible del pino canario, y tienen diferentes tamaños. Algunas son ocupadas por un solo tripulante, otros van en parejas, y aún hay quienes se montan en ellas en grupo (las más aparatosas acogen hasta siete personas), proporcionando, lógicamente, con el mayor peso una mayor velocidad en el descenso; pero también una más difícil gobernabilidad. Para facilitar el deslizamiento se impregna la parte que está en contacto con la calzada de sebo, cera, aceite y savia de tuneras. Una barrera de neumáticos de coches se dispone al final de la cuesta, para amortiguar el golpe de la llegada.

El escenario elegido son las calles más empinadas -El Plano, San Antonio, Hércules, El Salto y La Cruz- de una ciudad hermosa y monumental, que cuenta con un valor añadido fundamental: su famosísimo drago, que mide 17 metros de altura y cuyo tronco pesa 65 toneladas. A mediados de los noventa se tomó la decisión de desviar el tráfico que pasaba por sus proximidades, creándose además un parque temático.

El ir y venir incesante de las tablas se prolonga a lo largo de todo el día: por la mañana suelen deslizarse los más pequeños, mientras que la tarde y la noche las ocupan los mayores, con un marcado espíritu competitivo (aunque siempre bajan de una en una) que añade emoción y riesgo a la escena.

La ocasión se aprovecha para probar el vino nuevo de las numerosas bodegas de la zona, acompañado de castañas asadas, cuyos aromas impregnan la larga y generalmente cálida noche de noviembre.

- Ayuntamiento de Icod de los Vinos (922 86 96 00 y www.icoddelosvinos.com).

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