Columna

'Esto'

'Esto' es lo que atormenta a mi tía. Mi tía ha sido fina, fue de turista por el Cielo y el Infierno, e incluso por el Mar de los Sargazos cayó -aunque a algunos esto no les diga nada-, así que yo siempre la he considerado una mujer rara. Mi tía estuvo en todos esos sitios, pero ahora avanza por la casa como si llevase calamares atados a los tobillos, y su corazón suena como un motor mojado que toca triste, y su respiración es la de un búfalo que se hunde en el fango, y dice que ha visitado el Averno bebiendo caipirinha y no tiene por qué aguantar esto. Y 'esto' es lo extraño del asunto....

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'Esto' es lo que atormenta a mi tía. Mi tía ha sido fina, fue de turista por el Cielo y el Infierno, e incluso por el Mar de los Sargazos cayó -aunque a algunos esto no les diga nada-, así que yo siempre la he considerado una mujer rara. Mi tía estuvo en todos esos sitios, pero ahora avanza por la casa como si llevase calamares atados a los tobillos, y su corazón suena como un motor mojado que toca triste, y su respiración es la de un búfalo que se hunde en el fango, y dice que ha visitado el Averno bebiendo caipirinha y no tiene por qué aguantar esto. Y 'esto' es lo extraño del asunto.

Nadie sabe a qué se refiere, ella sólo repite 'esto', no tiene por qué soportar 'esto', ella, que incluso fue reina de la belleza en un sueño que tuvo -fase REM-; ella, que galopó a lomos de un hombre guapo; ella, que conoció en persona al diablo; ella, no tiene por qué seguir sobrellevando 'esto'. El 'esto' se revela como un monstruo enigmático, sin forma. Una amenaza muda, bañada por una luz crepuscular cuando agoniza la tarde.

Mi tía no pronuncia el 'esto', porque según dice no es necesario, ni tampoco agradable, ni siquiera ella es capaz de asegurar que el 'esto' tenga un nombre, ni por descontado que alguien encuentre jamás la manera de expresarlo. 'Esto' es 'esto', y no hay más que hablar. A menudo suele abrir el armario trastero donde tiene metido el mundo, es decir, un mapamundi pegado con adhesivo bajo las perchas vacías, y con su dedo va abriendo rutas como si hiciese un dibujo en un cristal empañado. Luego empuja las perchas que, balanceándose, se asemejan a los asideros de un vagón en movimiento. Y que además, producen un agradable efecto de traqueteo.

No, mi tía no está loca, lo malo no es ella, sino el 'esto'. Ese fantasmal concepto deforme y espectral, inenarrable, que tiene que soportar constantemente. Esa sombra que la persigue, ese perfil indefinido. Esa sospecha. Tal vez sean sus propias canas que se enredan en la cañería del lavabo. Tal vez sean los ecos que se escuchan por su patio interior, estrecho como una esquela. Tal vez sea el propio resplandor de la tostadora por las mañanas, que reluce como un cofre repleto de oro. Eso es 'esto'. Un plato lleno. Una madrugada demasiado fría. Un pan carbonizado.

El mapamundi está lleno de 'esto'. De hecho, 'esto' suele acontecer cuando mi tía se levanta de la cama, y se funde la bombilla de la lámpara que ha encendido al despertar. Más claridad, imposible. Dentro del armario está oscuro. Mi tía es una persona normal, y eso es lo que me preocupa. ¡Si por lo menos yo pudiera asegurar que está loca! Me ahorraría muchas explicaciones. Pero no me puedo avergonzar de ella, y tal vez sea 'esto' precisamente lo más molesto. Resulta inquietante, porque sus teorías son como gatos que caen desde un tercer piso. Y sus pensamientos huelen como pescados frescos. No sé expresarlo de otra manera.

Es inútil que me empeñe en descifrar el 'esto' de mi tía. Para mí que es un pensamiento raro como un ornitorrinco. Eso sí, un buen día le pregunté directamente qué era 'esto'. Ella me contestó: 'Esto es lo que hay'. Luego se metió en el armario.

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