Portillo y Tote hicieron de Ronaldo

Corrió el escalafón de delanteros en el Madrid y la gente respondió. Portillo y Tote -cuarto y quinto en la escala de arietes- protagonizaron la cómoda victoria de su equipo en Oviedo, toda una noticia porque al Madrid no le resultaba cómodo ningún partido. También es novedosa la contribución de los suplentes, tradicionalmente bajo sospecha. A veces parecen tan acostumbrados a su papel residual que juegan en un estado de abatimiento. Pero en Oviedo se dieron una alegría, y hasta pueden decir que lograron lo que no consiguen los aristócratas de la plantilla. Ganaron, que no es poco.

Hubo...

Corrió el escalafón de delanteros en el Madrid y la gente respondió. Portillo y Tote -cuarto y quinto en la escala de arietes- protagonizaron la cómoda victoria de su equipo en Oviedo, toda una noticia porque al Madrid no le resultaba cómodo ningún partido. También es novedosa la contribución de los suplentes, tradicionalmente bajo sospecha. A veces parecen tan acostumbrados a su papel residual que juegan en un estado de abatimiento. Pero en Oviedo se dieron una alegría, y hasta pueden decir que lograron lo que no consiguen los aristócratas de la plantilla. Ganaron, que no es poco.

Hubo conato de partido durante la primera media hora, trabajada con energía por el Oviedo, que se entregó en el cuerpo a cuerpo. Ya se sabe que no es el tipo encuentro que prefiere el Madrid. Durante un buen rato, los suplentes reprodujeron todos los defectos de los titulares: escasa atención defensiva y un juego que se volvía cada vez más trivial, en parte porque ésa es la condición actual de jugadores como Celades, Flavio y McManaman, portavoces de la banalidad.

El problema del Oviedo es que no había correspondencia entre su enérgica puesta en escena y la calidad de su fútbol, muy deficiente. Bastaron dos acciones de Portillo para descubrir la debilidad del Oviedo. La primera fue una volea bien repelida por Dorronsora. En la segunda no hubo respuesta posible del portero: Portillo hizo lo que le ha dado fama y aprovechó un centro de Solari.

Desde ese momento el Oviedo se ofuscó y al público le dio un ataque de nervios. Consideró, probablemente con razón, que hubo un penalty de Ruben, pero el Oviedo ofrecía claros síntomas de derrota. Una incursión de Raúl Bravo terminó con cualquier duda. Metió la directa, limpió a un par defensas y entregó la pelota a Tote, que marcó el segundo del Madrid.

Todo lo que sucedió después estuvo más cerca de un tranquilo entrenamiento que de las exigencias de un partido. Sirvió, en cualquier caso, para observar algunos detalles. Fueron los chicos de la cantera los más entregados a la causa. Miñambres confirmó que es un jugador valioso en la banda derecha, donde sólo corre un riesgo: no se sabe muy bien si es lateral o interior derecho. El caso es que funciona razonablemente bien en las dos posiciones, por ejemplo con más pujanza y sentido que McManaman en la punta derecha.

Por el otro lado, Raúl Bravo y Solari se desplegaron con frecuencia, sin reparar en gastos. Va en el estilo de los dos. El resto correspondió a los dos últimos de la cuerda de delanteros, Portillo y Tote, jugadores respetables que padecen la suplencia en un equipo de figuras. En otros lados, recibicirían un gran consideración. Aquí, les toca el papel de meritorios. En Oviedo, cumplieron con la obligación.