Editorial:

Sharon llama a las urnas

Seguramente habría preferido aguantar un tanto para elegir el momento más oportuno, pero el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, decidió ayer anticipar las elecciones legislativas a finales del próximo mes de enero. Y no ha sido la salida del Gobierno del partido laborista lo que le ha forzado a ello, sino las leoninas condiciones de su rival de partido Benjamín Netanyahu para aceptar la cartera de Asuntos Exteriores y su eventual sucesión a un par de años vista. En una insensata carrera para ver quién niega de manera más flagrante los derechos del pueblo palestino, el ex primer ministro B...

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Seguramente habría preferido aguantar un tanto para elegir el momento más oportuno, pero el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, decidió ayer anticipar las elecciones legislativas a finales del próximo mes de enero. Y no ha sido la salida del Gobierno del partido laborista lo que le ha forzado a ello, sino las leoninas condiciones de su rival de partido Benjamín Netanyahu para aceptar la cartera de Asuntos Exteriores y su eventual sucesión a un par de años vista. En una insensata carrera para ver quién niega de manera más flagrante los derechos del pueblo palestino, el ex primer ministro Bibi -como se le conoce- quería que se descartara oficialmente la posibilidad de que hubiera jamás un Estado palestino. Sharon ha preferido ir al juicio de las elecciones para no comprometer su relación con la imprescindible Casa Blanca.

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Cuando Netanyahu ponía sus condiciones lo hacía redoblando su pugna con Sharon para ver quién va a ser el candidato del partido Likud en los comicios, porque la particularidad de estas elecciones es que, en cierto modo, se van a desarrollar a dos vueltas y en los dos grandes partidos. Unas primarias determinarán el 19 de noviembre quién va a ser el candidato del partido laborista, e idéntico sistema fijará una semana después quién va a encabezar a la derecha, si Sharon o Netanyahu. Esa primera vuelta será tanto más importante cuanto que muchos creen, dado el estado de rencilla, desunión y caos que reina en el laborismo, que quien gane en el Likud ganará en el país. El favorito de la izquierda es hoy el ministro de Defensa saliente, Benjamín Ben Eliezer, cuyo radicalismo, retórica aparte, corre más o menos parejo con el del primer ministro israelí.

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Tras su negativa inicial, Netanyahu ha aceptado ser ministro de Exteriores del Gabinete saliente una vez que se han adelantado los comicios, pero eso sólo porque conviene a ambas partes y siempre con las espadas en alto. De aquí a que se dirima el duelo es probable que uno y otro rivalicen en mostrar a una parte de la opinión, radicalizada por la criminal racha de atentados suicidas palestinos, que nadie les gana a defender la legítima seguridad y el futuro de Israel.

Parece evidente que el tiempo de la paz no está al caer en Oriente Próximo. En el caso palestino, porque no ve asomo positivo de parte israelí y una parte de su pueblo jalea y se entrega al horror terrorista. En el israelí, porque lo que Sharon y los suyos quieren es la victoria militar.

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