Columna

Ciencia ficción

En una novela de Philip José Farmer aparece una gran nave espacial que está viva: es un animal inteligente, como un pastor alemán, y tiembla y se vuelve rosa cuando llega su amo, un musulmán bueno, el capitán Ramstang. Conozco a gente que quiere a su coche como a un animal, compañero de los atascos. He visto a conductores solitarios que hablan solos, o con su coche, mientras esperan que se encienda la luz verde: el coche es un lugar de meditación. Miro las caras de los conductores en el semáforo: ¿no arrugan la frente como si estuvieran interrogándose acerca del sentido de la vida y el tiempo,...

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En una novela de Philip José Farmer aparece una gran nave espacial que está viva: es un animal inteligente, como un pastor alemán, y tiembla y se vuelve rosa cuando llega su amo, un musulmán bueno, el capitán Ramstang. Conozco a gente que quiere a su coche como a un animal, compañero de los atascos. He visto a conductores solitarios que hablan solos, o con su coche, mientras esperan que se encienda la luz verde: el coche es un lugar de meditación. Miro las caras de los conductores en el semáforo: ¿no arrugan la frente como si estuvieran interrogándose acerca del sentido de la vida y el tiempo, sobre la velocidad con que vivimos y morimos? El coche es uno de los pocos centros filosóficos que quedan.

El coche tiene sus aspectos positivos: es aliado de la filosofía, pero también una ocasión de ser sociables. En las empresas los trabajadores se ponen de acuerdo para ir juntos al trabajo, cogiendo cada día el coche de uno de ellos: cuatro o cinco en un solo coche, viaje y vida en común por un rato. Esta costumbre está siendo racionalizada, optimizada, en el Parque Tecnológico de Málaga, 3.600 trabajadores que quieren atascarse menos a la salida de la ciudad, hacia el oeste, camino de las aulas universitarias y el Parque. Planifican lo que llaman Estrategias de Movilidad. Dicen que en la intranet del Parque Tecnológico han introducido un software para que el personal cruce sus trayectos y viaje colectivamente en sus coches privados.

Se trata del proyecto MOST, acrónimo que resulta del choque entre dos palabras inglesas: Mobility y Strategies. No es un capricho este uso del inglés: el Parque Tecnológico reúne a trabajadores de muchos países, que necesitan una lengua franca. Recurren al inglés, como los humanistas del Renacimiento hablaban en latín. El inglés casi es ya la nueva lengua de todos, incluso del que no sabe inglés. Por ejemplo: un inglés busca en su diccionario Español-Inglés la voz 'honrado' y encuentra honest. Así que los españoles decimos 'honesto', y prácticamente han desaparecido los honrados. Nos estamos traduciendo al español reducido de un hablante inglés: somos angloparlantes aunque no lo sepamos. Cuando el plan MOST funcione y el tráfico sea estupendo, la gente dirá: 'It's the most!', que es como decir '¡Es lo más!'

Estas cosas anticipan el futuro: será más colectivo, será en inglés y habrá que reducir los coches. Se acabará la gasolina, el petróleo (un motivo de meditación para el coche: el petróleo, combustible fósil, residuo de seres difuntos: ¿cómo es que para movernos aprovechamos vampíricamente lo definitivamente parado, un inmenso y antiguo cementerio?). Desde que yo era niño siempre faltan cuarenta años para que se extingan las reservas de petróleo y gas natural, pero ahora leo en estas páginas unas declaraciones del especialista Jeremy Rifkin, que asegura que por lo menos diez geólogos prestigiosos creen que el petróleo se agotará antes de 2020, mientras Prodi, presidente de la Comisión Europea, anuncia una inversión de 2.120 millones de euros en el desarrollo de energías renovables. Este último dato, más allá del futuro y de la automoción, puede ser interesante para los expertos en pescar en los fondos europeos.

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