La sencillez de una ciudad

La idea, puesta en marcha hace un par de años por parte del director del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Mateo Revilla, de mostrar al público temporalmente algunas de las zonas que por lo general permanecen cerradas, se ha convertido en uno de los grandes alicientes en las visitas al recinto monumental. Las postales...

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La idea, puesta en marcha hace un par de años por parte del director del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Mateo Revilla, de mostrar al público temporalmente algunas de las zonas que por lo general permanecen cerradas, se ha convertido en uno de los grandes alicientes en las visitas al recinto monumental. Las postales más tópicas y habituales del monumento (el Patio de los Leones, el Patio de los Arrayanes, el Generalife) se ven de pronto enriquecidas con la apertura de salas adyacentes que ofrecen nuevos ángulos.

Por lo general, esaszonas, conocidas ahora como Los espacios del mes, representan el andamiaje de la Alhambra. No se trata de estancias de un enorme valor artístico o arquitectónico, pero sí de zonas que, por lo desconocidas que resultaban hasta ahora, hacen que el monumento se vea con una mejor perspectiva, con otro aire y desde otros rincones.

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Mazmorras, pasadizos, puestos de guardia, torreones de vigilancia, estancias de la servidumbre o baños privados aportan al visitante la idea de que la Alhambra fue en su día un recinto vivo, en el que habitaban personas y en donde se desarrollaban los quehaceres cotidianos. Poco a poco, mientras se recorren esos lugares menores se hace más fuerte la consciencia de que la ciudadela nazarí no se centraba sólo en la contemplación de jardines y fuentes, sino que era un hervidero de actividades de todo tipo.

Todos esos lugares desconocidos devuelven, al mismo tiempo, la imagen real de la Alhambra. Mucha gente cree que se trata de un palacio, o de varios palacios unidos. Pocos tienen en cuenta de que se trataba de una ciudad en sí, una ciudad palaciega, es cierto, pero ciudad al fin y al cabo, con sus barrios para los curtidores de pieles, para los sastres, los artesanos, los herreros y los carpinteros, con sus calles, sus cuarteles militares para la defensa y sus zonas de esparcimiento. Los espacios del mes no muestran el esplendor de la Alhambra, sino su humanidad, su sencillez.

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