Tribuna:

Historias paralelas

La historia de la edición catalana de EL PAÍS corre paralela a la del centro de producción de programas de Televisión Española en Cataluña. Cuando en la Zona Franca se ponían en funcionamiento las rotativas que anunciaban nuevos tiempos para el periodismo escrito de Cataluña, en el Vallès Occidental se ultimaban los platós que proyectarían el gran salto cualitativo del periodismo audiovisual en catalán.

En Barcelona, tanto EL PAÍS como Televisión Española apostaron en un momento especialmente atractivo para el periodismo por equipos profesionales jóvenes y comprometidos, formados en las...

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La historia de la edición catalana de EL PAÍS corre paralela a la del centro de producción de programas de Televisión Española en Cataluña. Cuando en la Zona Franca se ponían en funcionamiento las rotativas que anunciaban nuevos tiempos para el periodismo escrito de Cataluña, en el Vallès Occidental se ultimaban los platós que proyectarían el gran salto cualitativo del periodismo audiovisual en catalán.

En Barcelona, tanto EL PAÍS como Televisión Española apostaron en un momento especialmente atractivo para el periodismo por equipos profesionales jóvenes y comprometidos, formados en las primeras promociones de la Universidad y en las últimas de las heroicas escuelas de periodismo.

A los dos medios habrá que reconocer su aportación a la modernización de las estructuras informativas en nuestro país y al impulso que con su compromiso dieron a la sociedad en general y a la profesión en particular.

Veinte años después, podemos comprender que las circunstancias de una transición agitada en una Cataluña que recuperaba referencias no fueran garantías suficientes de imparcialidad y mucho menos de distanciamiento cuando los acontecimientos se sucedían a gran velocidad.

Pasado este tiempo, verificamos que la relación entre medios escritos y audiovisuales que operan en una misma comunidad no es tan intensa aquí como imaginábamos. En nuestro país se trabaja de forma muy independiente. Cuando un medio publica una noticia propia, el resto de los medios no la suelen reproducir porque no la reconocen como suya. A veces, una visión más colectiva de ciertas cuestiones amplificaría el hecho informativo, en beneficio de los ciudadanos.

Para nosotros, EL PAÍS sigue siendo un diario de referencia, aunque a veces sus críticas y especialmente sus omisiones todavía nos pueden sorprender.

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Aunque el éxito de una televisión lo refleje la respuesta de la audiencia, sin la palabra de reconocimiento de la prensa, en especial de medios con el prestigio y la influencia de EL PAÍS, puede parecer que nuestro trabajo carece de valor.

Nosotros seguiremos nuestro propio camino sirviendo como entonces a la sociedad y este mismo mes celebraremos 25 años de informativos en catalán, cometido compartido con el de informar a España desde aquí.

Para ello seguiremos contando con el estímulo profesional que nos aporta EL PAÍS, instrumento esencial en el tejido informativo actual de Cataluña.

Ramon Font es director de TVE-Catalunya.

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