Crítica:

'C' de cangrejo

Francesco Clemente, Sandro Chia, Enzo Cucchi. 'Los tres ces'. Los transavanguardisti en el expreso hacia la historia. El crítico de arte Achille Bonito Oliva, quien en 1980 inventó el término para referirse a que el abandono del progreso en el arte no significaba forzosamente un fracaso en la reacción, le gustaban los cangrejos, en su forma simpática de volver sobre sus pasos.

Mimmo Paladino, Nino Longobardi y Ernesto Tatafiore se sumaron al ideario nómada del crítico siciliano, al manifestar su voluntad de vivir en la tangente de muchas derivas: 'Al sujeto fuerte de las neovangu...

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Francesco Clemente, Sandro Chia, Enzo Cucchi. 'Los tres ces'. Los transavanguardisti en el expreso hacia la historia. El crítico de arte Achille Bonito Oliva, quien en 1980 inventó el término para referirse a que el abandono del progreso en el arte no significaba forzosamente un fracaso en la reacción, le gustaban los cangrejos, en su forma simpática de volver sobre sus pasos.

Mimmo Paladino, Nino Longobardi y Ernesto Tatafiore se sumaron al ideario nómada del crítico siciliano, al manifestar su voluntad de vivir en la tangente de muchas derivas: 'Al sujeto fuerte de las neovanguardias se le sustituye por el sujeto dulce de la transvanguardia, que utiliza el drama, el mito y la tragedia como convenciones lingüísticas, como color'.

ENZO CUCCHI. DIBUJOS (1979-2001)

Artium Francia, 24. Vitoria Hasta el 10 de noviembre

Y frente a ellos, el duce, que se autorrepresenta como un Napoleón ('la transavanguardia sono io', llegó a afirmar Bonito). Con su cabello plateado peinado hacia atrás, relojes en ambas muñecas y su cara picada de viruela, era el símbolo del nihilista activista, que buscó complicidades en el eje alemán -Martin Disler, Anselm Kiefer, Sigmar Polke, Gerhard Richter- y el norteamericano -Jean-Michel Basquiat, Jonathan Borofsky, Julian Schnabel- para propugnar la recuperación del manierismo en la pintura, la escultura, y la manualidad del signo y el color.

De los tres tenores de la

transvanguardia, Enzo Cucchi (Ancona, 1949) es el que ha tenido una trayectoria más callada, el menos expresivo, quizá porque la suya es más una voz de poeta. Sus sombreados en campos baldíos, sus corrimientos de tierra, pies y cabezas entre escombros, montañas que parecen piernas y racimos de uvas que caen sobre diminutos humanos como una maldición, son afectados sentimientos de vacío.

Nada que ver con las formidables superficies de Kiefer, ni con fulgor de la cámara oscura de Richter, ni con la seductora alquimia de Polke. Cucchi es un dibujante mental. Sus dibujos, de tan evanescentes, parecen pasar inadvertidos.

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