La Armada quiere dotar con misiles de crucero a sus futuros submarinos

Los nuevos sumergibles de la serie S-80 tendrán capacidades similares a los nucleares

La Armada quiere dotar con misiles de crucero a sus dos futuros submarinos de la serie S-80, cuya construcción está previsto aprobar en 2003. Los misiles de crucero, como el famoso Tomahawk, pueden alcanzar objetivos en tierra desde 1.800 kilómetros y han sido profusamente utilizados por EE UU en los recientes conflictos.

Los submarinos S-80 y el buque multipropósito (que servirá de transporte estratégico de tropas y plataforma alternativa para los aviones Harrier) son dos de los grandes programas que Defensa quiere iniciar el año próximo. El tercero es el helicóptero de ataque d...

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La Armada quiere dotar con misiles de crucero a sus dos futuros submarinos de la serie S-80, cuya construcción está previsto aprobar en 2003. Los misiles de crucero, como el famoso Tomahawk, pueden alcanzar objetivos en tierra desde 1.800 kilómetros y han sido profusamente utilizados por EE UU en los recientes conflictos.

Los submarinos S-80 y el buque multipropósito (que servirá de transporte estratégico de tropas y plataforma alternativa para los aviones Harrier) son dos de los grandes programas que Defensa quiere iniciar el año próximo. El tercero es el helicóptero de ataque del Ejército de Tierra.

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Inicialmente, los nuevos submarinos S-80 (en sustitución de los S-60, que se darán de baja a partir de 2006) debían basarse en el modelo Scorpène, que el consorcio formado por el astillero español Izar y el francés DCN ha vendido a Chile y Malaisia.

Sin embargo, los requerimientos de la Armada son ahora más ambiciosos. Su objetivo es un submarino oceánico, capaz de navegar en inmersión profunda de la Península a Canarias. Durante la crisis del islote Perejil, en julio pasado, el submarino Tramontana, que patrullaba la zona, fue descubierto por los marroquíes al salir a la superficie.

Se pretende que los nuevos sumergibles dispongan de un sistema de propulsión anaerobia (independiente del aire), como el A-19 sueco, que funciona con oxígeno líquido y diesel, o el U-212 alemán, con tanques de hidrógeno, lo que supone un riesgo añadido.

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El Scorpène podría equiparse con un motor anaerobio, pero la Armada quiere que tenga mayor diámetro de casco para albergar un lanzador vertical de misiles de crucero, lo que daría a los submarinos españoles una capacidad de ataque a tierra que ahora se limita prácticamente a los nucleares.

La proyección de las armas navales sobre costa, de la que carece la Armada desde que hace una década se dieron de baja los últimos destructores, se ha convertido ahora en prioritaria. Por ello, la fragata F-100 que se entrega hoy incorpora un cañón de segunda mano de 127/54 milímetros, procedente de un buque de EE UU, que no figuraba en el diseño original.

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