En busca de dinero fuera de la Bolsa

La crisis bursátil y la caída de la inversión empresarial están dibujando un ambiente desolador en las cifras de recursos que las empresas demandan al mercado de acciones. Hasta agosto, la entrada de nuevo papel sumó 13.268,85 millones de euros, justo la mitad que en igual periodo de 2001. Aunque tímidamente, los mercados de bonos están supliendo esta función financiadora de las bolsas.

La crisis bursátil no sólo se refleja en los índices y en la pérdida de valor de las compañías. Con un mercado tan revuelto y en el que escasea el dinero fresco, a las empresas les resulta mucho más comp...

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La crisis bursátil y la caída de la inversión empresarial están dibujando un ambiente desolador en las cifras de recursos que las empresas demandan al mercado de acciones. Hasta agosto, la entrada de nuevo papel sumó 13.268,85 millones de euros, justo la mitad que en igual periodo de 2001. Aunque tímidamente, los mercados de bonos están supliendo esta función financiadora de las bolsas.

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La crisis bursátil no sólo se refleja en los índices y en la pérdida de valor de las compañías. Con un mercado tan revuelto y en el que escasea el dinero fresco, a las empresas les resulta mucho más complicado pedir dinero a los inversores. No son los tiempos alegres en lo que todo se compra y a alto precio. Ahora, el dinero es muy selectivo, exige muchas garantías y se muestra reacio a embarcarse en aventuras empresariales, cuando los beneficios están cayendo.

A este factor tantas veces repetido en épocas de euforia y caída de los mercados, se suma la menor necesidad de dinero por parte de las compañías. Suenan trompetas de recortes de gastos y muchas de las inversiones diseñadas en tiempos de alegría se aplazan hasta que los grandes indicadores económicos se den la vuelta.

También se aprecia una barrera clara entre las operaciones antes de septiembre del pasado año y después. En esta semana que se ha rememorado el primer aniversario de los atentados contra Estados Unidos, uno de los efectos más evidentes para el mundo bursátil fue la paralización de entradas de nuevas compañías al mercado. Con tantos temores e incertidumbres, el riesgo que se asumía en la operación la hacía totalmente desaconsejable.

Así, las cifras indican una brusca caída en la demanda de dinero que las empresas realizan a través de los mercados de acciones. En los ocho primeros meses del año, las ampliaciones de capital se han reducido a un tercio de las realizadas en idéntico periodo de 2001. Han sido 2.903,84 millones de euros, frente a los 8.675,28 millones que se contabilizaron el pasado año. Unas ampliaciones de capital que, tal como apuntan los analistas, son muy difíciles de sacar adelante con unos mercados tan volátiles, con tendencia a la baja y donde el inversor particular escasea.

Incluso, una buena parte del volumen movido en ampliaciones corresponde a aquellas liberadas (gratuitas para el accionista) que la propia empresa abona como una retribución adicional al inversor. Casos éstos de las ampliaciones de Telefónica en ausencia de dividendo, o de las que anualmente realizan compañías como Zardoya Otis y que vienen a complementar su dividendo anual.

Pendientes de Banesto

En las salidas a Bolsa dentro del mercado la sequía ha sido casi total. La larga lista de sociedades que estaban en la lista de espera para acudir a los mercados ha quedado reducida a poco más de cuatro sociedades (Lanetro, Meta 4, Telefónica Media, Renta 4 o Viaplus) que argumentan la mala situación del mercado para posponer la salida. La OPV del 10% del capital de Banesto que realizará el SCH podría ser un revulsivo para el mercado de acciones español que sólo espera la salida de la filial biotecnológica de Natra (Natraceutical). Sin embargo, el plazo marcado por la entidad presidida por Emilio Botín para colocar este porcentaje de capital de su filial se extiende hasta el primer trimestre de 2003 y siempre que la situación del mercado lo permita.

Sólo se han producido dos operaciones destacables en los últimos 20 meses. La firma textil Inditex demandó 11.259 millones de euros en abril del pasado año, mientras que en éste, Enagás hizo una oferta pública de venta (OPV) de 1.468 millones de euros. Unos importes que contrastan con los 65.555 millones de euros del año 2000 o los más de 24.000 millones de 1999. Así, en cuanto a salidas a Bolsa, el mercado ha vuelto a los volúmenes de 1998.

Donde sí se ha producido un crecimiento importante ha sido en las admisiones de nuevas acciones que no han requerido de OPV previa. En los ocho primeros meses del año se contabilizan 8.896 millones de euros, aunque la mayor parte corresponde a Arcelor (8.127 millones) tras el proceso de fusión Acelaria, Usinor y Arbed. Esta importante operación ha representado el 61% del total de nueva liquidez que se ha incorporado a la Bolsa en los últimos ocho meses.

En total, el flujo de fondos demandados por las empresas a los inversores ha sumado hasta agosto 13.268 millones de euros, frente a los 26.488 millones. Unos flujos que no han contado con ninguna privatización a lo largo del ejercicio. El pasado año, sin embargo, Ence e Iberia supusieron una demanda de 1.190 millones de euros.

Los bonos toman el relevo

En esta difícil coyuntura bursátil, las empresas han optado por pedir dinero a través de títulos de renta fija. Según los datos facilitados por el Mercado AIAF, las admisiones de los distintos activos de renta fija en los ochos primeros meses del año se igualan con los de todo 2001.

Sin embargo, es necesario discernir entre productos propios de la desintermediación financiera como son los bonos de titulización, y aquellos que se utilizan más claramente para la financiación empresarial. Por ejemplo, la emisión de bonos simples ha aumentado un 35% hasta agosto respecto a lo emitido durante todo el pasado año.

Los crecimientos más significativos se han producido en los productos de renta fija más asimilados con las acciones. Obligaciones subordinadas y participaciones preferentes, son títulos que andan a medio camino entre las acciones y los bonos en cuanto a sus características de emisión y en relación con los derechos que generan frente a los que adquieren bonos que son meros acreedores de la empresa.

Así, subordinadas y preferentes computan como recursos propios prácticamente en plano de igualdad con las acciones a la hora de su contabilización y de los riesgos que asume el emisor. Siempre los bonistas tendrán preferencia en el cobro frente a las subordinadas en casos de quiebra de la compañía.

Las preferentes han aumentado un 53% hasta agosto frente a lo emitido en todo 2001 con un volumen total de 3.166 millones de euros. Por su parte, las emisiones de preferente se han doblado en estos ocho meses hasta alcanzar una cifra de 4.037 millones de euros. Estos productos han cogido, pues, el relevo al mercado de acciones donde emitir es mucho más difícil.

La crisis bursátil no sólo se refleja en los índices y en la pérdida de valor de las compañías. Con un mercado tan revuelto y en el que escasea el dinero fresco, a las empresas les resulta mucho más complicado pedir dinero a los inversores. No son los tiempos alegres en lo que todo se compra y a alto precio. Ahora, el dinero es muy selectivo, exige muchas garantías y se muestra reacio a embarcarse en aventuras empresariales, cuando los beneficios están cayendo.

A este factor tantas veces repetido en épocas de euforia y caída de los mercados, se suma la menor necesidad de dinero por parte de las compañías. Suenan trompetas de recortes de gastos y muchas de las inversiones diseñadas en tiempos de alegría se aplazan hasta que los grandes indicadores económicos se den la vuelta.

También se aprecia una barrera clara entre las operaciones antes de septiembre del pasado año y después. En esta semana que se ha rememorado el primer aniversario de los atentados contra Estados Unidos, uno de los efectos más evidentes para el mundo bursátil fue la paralización de entradas de nuevas compañías al mercado. Con tantos temores e incertidumbres, el riesgo que se asumía en la operación la hacía totalmente desaconsejable.

Así, las cifras indican una brusca caída en la demanda de dinero que las empresas realizan a través de los mercados de acciones. En los ocho primeros meses del año, las ampliaciones de capital se han reducido a un tercio de las realizadas en idéntico periodo de 2001. Han sido 2.903,84 millones de euros, frente a los 8.675,28 millones que se contabilizaron el pasado año. Unas ampliaciones de capital que, tal como apuntan los analistas, son muy difíciles de sacar adelante con unos mercados tan volátiles, con tendencia a la baja y donde el inversor particular escasea.

Incluso, una buena parte del volumen movido en ampliaciones corresponde a aquellas liberadas (gratuitas para el accionista) que la propia empresa abona como una retribución adicional al inversor. Casos éstos de las ampliaciones de Telefónica en ausencia de dividendo, o de las que anualmente realizan compañías como Zardoya Otis y que vienen a complementar su dividendo anual.

Pendientes de Banesto

En las salidas a Bolsa dentro del mercado la sequía ha sido casi total. La larga lista de sociedades que estaban en la lista de espera para acudir a los mercados ha quedado reducida a poco más de cuatro sociedades (Lanetro, Meta 4, Telefónica Media, Renta 4 o Viaplus) que argumentan la mala situación del mercado para posponer la salida. La OPV del 10% del capital de Banesto que realizará el SCH podría ser un revulsivo para el mercado de acciones español que sólo espera la salida de la filial biotecnológica de Natra (Natraceutical). Sin embargo, el plazo marcado por la entidad presidida por Emilio Botín para colocar este porcentaje de capital de su filial se extiende hasta el primer trimestre de 2003 y siempre que la situación del mercado lo permita.

Sólo se han producido dos operaciones destacables en los últimos 20 meses. La firma textil Inditex demandó 11.259 millones de euros en abril del pasado año, mientras que en éste, Enagás hizo una oferta pública de venta (OPV) de 1.468 millones de euros. Unos importes que contrastan con los 65.555 millones de euros del año 2000 o los más de 24.000 millones de 1999. Así, en cuanto a salidas a Bolsa, el mercado ha vuelto a los volúmenes de 1998.

Donde sí se ha producido un crecimiento importante ha sido en las admisiones de nuevas acciones que no han requerido de OPV previa. En los ocho primeros meses del año se contabilizan 8.896 millones de euros, aunque la mayor parte corresponde a Arcelor (8.127 millones) tras el proceso de fusión Acelaria, Usinor y Arbed. Esta importante operación ha representado el 61% del total de nueva liquidez que se ha incorporado a la Bolsa en los últimos ocho meses.

En total, el flujo de fondos demandados por las empresas a los inversores ha sumado hasta agosto 13.268 millones de euros, frente a los 26.488 millones. Unos flujos que no han contado con ninguna privatización a lo largo del ejercicio. El pasado año, sin embargo, Ence e Iberia supusieron una demanda de 1.190 millones de euros.

Los bonos toman el relevo

En esta difícil coyuntura bursátil, las empresas han optado por pedir dinero a través de títulos de renta fija. Según los datos facilitados por el Mercado AIAF, las admisiones de los distintos activos de renta fija en los ochos primeros meses del año se igualan con los de todo 2001.

Sin embargo, es necesario discernir entre productos propios de la desintermediación financiera como son los bonos de titulización, y aquellos que se utilizan más claramente para la financiación empresarial. Por ejemplo, la emisión de bonos simples ha aumentado un 35% hasta agosto respecto a lo emitido durante todo el pasado año.

Los crecimientos más significativos se han producido en los productos de renta fija más asimilados con las acciones. Obligaciones subordinadas y participaciones preferentes, son títulos que andan a medio camino entre las acciones y los bonos en cuanto a sus características de emisión y en relación con los derechos que generan frente a los que adquieren bonos que son meros acreedores de la empresa.

Así, subordinadas y preferentes computan como recursos propios prácticamente en plano de igualdad con las acciones a la hora de su contabilización y de los riesgos que asume el emisor. Siempre los bonistas tendrán preferencia en el cobro frente a las subordinadas en casos de quiebra de la compañía.

Las preferentes han aumentado un 53% hasta agosto frente a lo emitido en todo 2001 con un volumen total de 3.166 millones de euros. Por su parte, las emisiones de preferente se han doblado en estos ocho meses hasta alcanzar una cifra de 4.037 millones de euros. Estos productos han cogido, pues, el relevo al mercado de acciones donde emitir es mucho más difícil.

La crisis bursátil no sólo se refleja en los índices y en la pérdida de valor de las compañías. Con un mercado tan revuelto y en el que escasea el dinero fresco, a las empresas les resulta mucho más complicado pedir dinero a los inversores. No son los tiempos alegres en lo que todo se compra y a alto precio. Ahora, el dinero es muy selectivo, exige muchas garantías y se muestra reacio a embarcarse en aventuras empresariales, cuando los beneficios están cayendo.

A este factor tantas veces repetido en épocas de euforia y caída de los mercados, se suma la menor necesidad de dinero por parte de las compañías. Suenan trompetas de recortes de gastos y muchas de las inversiones diseñadas en tiempos de alegría se aplazan hasta que los grandes indicadores económicos se den la vuelta.

También se aprecia una barrera clara entre las operaciones antes de septiembre del pasado año y después. En esta semana que se ha rememorado el primer aniversario de los atentados contra Estados Unidos, uno de los efectos más evidentes para el mundo bursátil fue la paralización de entradas de nuevas compañías al mercado. Con tantos temores e incertidumbres, el riesgo que se asumía en la operación la hacía totalmente desaconsejable.

Así, las cifras indican una brusca caída en la demanda de dinero que las empresas realizan a través de los mercados de acciones. En los ocho primeros meses del año, las ampliaciones de capital se han reducido a un tercio de las realizadas en idéntico periodo de 2001. Han sido 2.903,84 millones de euros, frente a los 8.675,28 millones que se contabilizaron el pasado año. Unas ampliaciones de capital que, tal como apuntan los analistas, son muy difíciles de sacar adelante con unos mercados tan volátiles, con tendencia a la baja y donde el inversor particular escasea.

Incluso, una buena parte del volumen movido en ampliaciones corresponde a aquellas liberadas (gratuitas para el accionista) que la propia empresa abona como una retribución adicional al inversor. Casos éstos de las ampliaciones de Telefónica en ausencia de dividendo, o de las que anualmente realizan compañías como Zardoya Otis y que vienen a complementar su dividendo anual.

Pendientes de Banesto

En las salidas a Bolsa dentro del mercado la sequía ha sido casi total. La larga lista de sociedades que estaban en la lista de espera para acudir a los mercados ha quedado reducida a poco más de cuatro sociedades (Lanetro, Meta 4, Telefónica Media, Renta 4 o Viaplus) que argumentan la mala situación del mercado para posponer la salida. La OPV del 10% del capital de Banesto que realizará el SCH podría ser un revulsivo para el mercado de acciones español que sólo espera la salida de la filial biotecnológica de Natra (Natraceutical). Sin embargo, el plazo marcado por la entidad presidida por Emilio Botín para colocar este porcentaje de capital de su filial se extiende hasta el primer trimestre de 2003 y siempre que la situación del mercado lo permita.

Sólo se han producido dos operaciones destacables en los últimos 20 meses. La firma textil Inditex demandó 11.259 millones de euros en abril del pasado año, mientras que en éste, Enagás hizo una oferta pública de venta (OPV) de 1.468 millones de euros. Unos importes que contrastan con los 65.555 millones de euros del año 2000 o los más de 24.000 millones de 1999. Así, en cuanto a salidas a Bolsa, el mercado ha vuelto a los volúmenes de 1998.

Donde sí se ha producido un crecimiento importante ha sido en las admisiones de nuevas acciones que no han requerido de OPV previa. En los ocho primeros meses del año se contabilizan 8.896 millones de euros, aunque la mayor parte corresponde a Arcelor (8.127 millones) tras el proceso de fusión Acelaria, Usinor y Arbed. Esta importante operación ha representado el 61% del total de nueva liquidez que se ha incorporado a la Bolsa en los últimos ocho meses.

En total, el flujo de fondos demandados por las empresas a los inversores ha sumado hasta agosto 13.268 millones de euros, frente a los 26.488 millones. Unos flujos que no han contado con ninguna privatización a lo largo del ejercicio. El pasado año, sin embargo, Ence e Iberia supusieron una demanda de 1.190 millones de euros.

Los bonos toman el relevo

En esta difícil coyuntura bursátil, las empresas han optado por pedir dinero a través de títulos de renta fija. Según los datos facilitados por el Mercado AIAF, las admisiones de los distintos activos de renta fija en los ochos primeros meses del año se igualan con los de todo 2001.

Sin embargo, es necesario discernir entre productos propios de la desintermediación financiera como son los bonos de titulización, y aquellos que se utilizan más claramente para la financiación empresarial. Por ejemplo, la emisión de bonos simples ha aumentado un 35% hasta agosto respecto a lo emitido durante todo el pasado año.

Los crecimientos más significativos se han producido en los productos de renta fija más asimilados con las acciones. Obligaciones subordinadas y participaciones preferentes, son títulos que andan a medio camino entre las acciones y los bonos en cuanto a sus características de emisión y en relación con los derechos que generan frente a los que adquieren bonos que son meros acreedores de la empresa.

Así, subordinadas y preferentes computan como recursos propios prácticamente en plano de igualdad con las acciones a la hora de su contabilización y de los riesgos que asume el emisor. Siempre los bonistas tendrán preferencia en el cobro frente a las subordinadas en casos de quiebra de la compañía.

Las preferentes han aumentado un 53% hasta agosto frente a lo emitido en todo 2001 con un volumen total de 3.166 millones de euros. Por su parte, las emisiones de preferente se han doblado en estos ocho meses hasta alcanzar una cifra de 4.037 millones de euros. Estos productos han cogido, pues, el relevo al mercado de acciones donde emitir es mucho más difícil.

La OPV de Enagás ha sido la única del año, con un volumen diez veces menor a la realizada en 2001 por Inditex.

Del incómodo prorrateo al riesgo de no cubrir la emisión

Problemas de liquidez en el bolsillo de los ahorradores, pero sí resulta más complicado convencerles para que su dinero asuma el riesgo de las empresas. Este año ha habido ejemplos de lo costoso que puede resultar pedir dinero en los mercados, tanto de Bolsa como de renta fija. Por ejemplo, en la OPV de Enagás, las dificultades se concentraron en el tramo internacional, mientras que los inversores particulares respondieron bien sobresuscribiendo la oferta.

Dentro de la renta fija, las participaciones preferentes de Sol Meliá no fueron adquiridas en su totalidad por los inversores. Paradójicamente, las que lanzó supermercados Eroski merecieron tal demanda que se vieron ampliadas. Un proceso, pues, mucho más selectivo que hace sólo un par de años, cuando todo se colocaba con facilidad y donde el problema era el prorrateo.

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