16 años sin licencia municipal y de lucha vecinal

La historia de la sede del Instituto Nacional de Toxicología, en el distrito de Chamartín, se remonta a 1986, cuando el organismo empezó a funcionar sin la correspondiente licencia municipal. El Ayuntamiento de Madrid, debido a que el instituto funcionaba sin permiso y a las denuncias de los vecinos a causa de los ruidos originados por el sistema de aire acondicionado, ordenó su clausura en 1995. A pesar de las protestas de los residentes, nunca pudo demostrar que los olores del centro causan algún perjuicio para la salud.

El Ministerio de Justicia -organismo del que depende el centro- ...

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La historia de la sede del Instituto Nacional de Toxicología, en el distrito de Chamartín, se remonta a 1986, cuando el organismo empezó a funcionar sin la correspondiente licencia municipal. El Ayuntamiento de Madrid, debido a que el instituto funcionaba sin permiso y a las denuncias de los vecinos a causa de los ruidos originados por el sistema de aire acondicionado, ordenó su clausura en 1995. A pesar de las protestas de los residentes, nunca pudo demostrar que los olores del centro causan algún perjuicio para la salud.

El Ministerio de Justicia -organismo del que depende el centro- interpuso entonces un recurso contencioso-administrativo contra la orden de clausura, que fue denegado por los jueces. El ministerio recurrió ante el Tribunal Superior de Justicia que, en 1999, volvió a dar la razón al Ayuntamiento. Mientras, la actividad del instituto creció y el edificio del número 9 de la calle de Luis Cabrera se quedó pequeño para el tratamiento de las miles de pruebas judiciales que se realizan en el centro.

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Toxicología no se dio por vencido e interpuso otro recurso, esta vez ante el Supremo. En febrero pasado, el alto tribunal denegó el recurso al centro y, en julio, el Ayuntamiento de Madrid recibió un auto del Tribunal Superior de Justicia por el que ordenaba la ejecución de la sentencia y, en consecuencia, la clausura de la sede del Instituto Nacional de Toxicología. Este verano, el gerente municipal de Urbanismo, Luis Armada, aseguró que ya eso suponía 'el final del proceso' y que el Instituto Nacional de Toxicología tenía dos meses para cerrar su sede. Ahora, una vez más, y para desesperación de los residentes, el instituto ha evitado el cierre.

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