Columna

Bifidus

Que el título de esta columna no lleve a engaño. Su asunto no va a ser ningún cuerpo cremoso. Lo bífido tendrá que ver con las serpientes. Que así se llama, 'serpientes de verano', a esas informaciones que se rescatan y se jalean cuando el cartel de vacaciones ha instalado la calma chica en la otra realidad de las noticias, la interesante, la laborable.

A mí me incomoda ese nombre. Me resulta desplazado, incorrecto, incluso peligroso como trataré de ilustrar más adelante. Pienso que esas noticias tontas, sobrealimentadas, tendrían que llamarse todo lo contrario: piedras o rocas o tambié...

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Que el título de esta columna no lleve a engaño. Su asunto no va a ser ningún cuerpo cremoso. Lo bífido tendrá que ver con las serpientes. Que así se llama, 'serpientes de verano', a esas informaciones que se rescatan y se jalean cuando el cartel de vacaciones ha instalado la calma chica en la otra realidad de las noticias, la interesante, la laborable.

A mí me incomoda ese nombre. Me resulta desplazado, incorrecto, incluso peligroso como trataré de ilustrar más adelante. Pienso que esas noticias tontas, sobrealimentadas, tendrían que llamarse todo lo contrario: piedras o rocas o también cestos de verano; es decir, lugares donde las serpientes se meten, se acurrucan para seguir planeando lo suyo que es la picadura. En fin, que deberían llevar culaquier nombre que denotara escondrijo, camuflaje del reptil venenoso de una actualidad que ni a sol ni a sombra se detiene.

Lo que también puedo explicar diciendo que, puestos a elegir una bestia para describir el noticierío estival, la imagen del gusano incluido en la fruta me parece más propia. La noticias de entretiempo serían la manzana, las otras, las pospuestas, los gusanos. Que son taladros por dentro. Desiertos que se van comiendo, al escondite, el oasis apartente del fruto. Sin que se note nada. Hasta que no queda, entre su corazón y su cabeza, más que el túnel vacío.

A mí me asustan los gusanos y las piedras de tapar. Sobre todo en verano. Me asusta lo que se va haciendo fuera de la vista, por debajo de las noticias tapón. Y seguramente por eso necesito tanto, sobre todo en verano, las noticias y las palabras que se usan bien, quiero decir, plaguicida, excavadoramente. Bífidamente, poniendo la atención en el reptil, no es su refugio.

Voy a intentar yo ahora un pequeño ejercicio de lengua bífida, para sacar a relucir dos noticias que considero auténticas culebras de verano. La primera es de fútbol. Tiene que ver con el reciente fichaje por parte de la Real Sociedad de un jugador 'de fuera'. La ETB, hace unos días, cubrió la noticia de la incorporación de Boris -creo así se llama- al equipo donostiarra con un titular que lo definía como 'jugador español'. Ese chico viene de Oviedo y yo me dije que ETB debería tener más cuidado con las expresiones de la identidad, o mejor, más coherencia con su propia ideología identitaria. Porque si Boris es español y no asturiano simplemente porque no es vasco, entonces en el caso de que Julen Guerrero fichara por el Barça -y pido disculpas por esta referencia a lo imposible que me exige el guión-, allí, en Cataluña, tendría que ser el 'delantero español' y no vasco, simplemente porque no es catalán. Y me imagino la cara de la ETB si de ese modo se anunciara. En fin que el respeto y el escrúpulo y el matiz que esa cadena exige -y que no estoy en este momento cuestionando- y aplica a la expresión identitaria de lo propio debería extenderlos y dedicarlos también a lo ajeno. A menos que sólo se trate de la vieja cuestión de las vigas y las pajas, del eterno favoritismo de los intereses sobre los principios. En fin, de un fraude democrático. Un fingimiento. Un culebrón.

La segunda es de horror. Tiene que ver con el terrorismo. Dos nuevas víctimas en los últimos días. Una estrangulada en su cama. La otra abrasada al fuego de gasoil. Ambas por sus maridos. Pero la noticia de su asesinato no ha hecho mucho ruido. Que estamos en verano, estación rocosa, tapadora por excelencia de los nidos domésticos de víboras. Tapadera. Y además sólo eran dos mujeres. Y además, en cualquier estación, la violencia doméstica, en fin, que no es lo mismo. Y además...

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Mientras tanto auténticas las serpientes haciendo de las suyas, debajo de la tapa, claro. Felices de la vida. Los gusanos auténticos, omnívoros, de ese terrorismo radical, forrándose. Así, así. Hasta que no quede, entre el corazón y la cabeza de la fruta social, más que un agujero; un vacío silencioso, sinuoso. Como una serpetina de fiesta de verano.

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