Crítica:DE COPAS | DÍAS DE OCIO

Manhattan Martini Bar, cócteles de un viejo rockero

Una madrileña y el ambiente de Madrid hizo que el rockero estadounidense Paul Collins decidiera hace casi 20 años repartir su existencia entre esta ciudad y la de Nueva York. En bandas como The Nerves y The Beat, Collins dedicó sus mejores años al power pop. La sencillez de este estilo, no exenta de contundencia, es la que aplica ahora a la elaboración de exquisitos cócteles en su bar.

Manhattan Martini Bar es el nombre que ha dado Paul Collins a una antigua cervecería que se conocía como El Siglo. Mantiene los azulejos de antes, pero ha cambiado la iluminación, para darle un ton...

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Una madrileña y el ambiente de Madrid hizo que el rockero estadounidense Paul Collins decidiera hace casi 20 años repartir su existencia entre esta ciudad y la de Nueva York. En bandas como The Nerves y The Beat, Collins dedicó sus mejores años al power pop. La sencillez de este estilo, no exenta de contundencia, es la que aplica ahora a la elaboración de exquisitos cócteles en su bar.

Manhattan Martini Bar es el nombre que ha dado Paul Collins a una antigua cervecería que se conocía como El Siglo. Mantiene los azulejos de antes, pero ha cambiado la iluminación, para darle un tono más íntimo, y ha añadido fotos del Manhattan de los años cuarenta o cincuenta. El propio Collins atiende la barra, y alguna vez, cuando en el bar queda un puñado de amigos, desde una esquina vuelve a desgranar con su guitarra canciones como Rock and roll girl o USA, que le hicieron célebre. Su genialidad la dedica ahora, junto a su socio Eric, a tratar con mimo los licores.

Manhattan Martini Bar

Moratín, 5. Horario: de 20.00 a 2.00; viernes y sábados, hasta las 2.30. Precio de las consumiciones: cócteles, de 7 a 12 euros; sin alcohol, de 4 a 6 euros.

Explica al cliente cómo está elaborado y la forma de degustarlo para sacar mejor el sabor. Ahí está el Manhattan Blast, a base de vodka, café molido y limón natural; el Martini Cocktail; sus rones añejados difíciles de encontrar en otros lugares o los combinados sin alcohol. Toda una cultura en busca del sabor sublime, pues no en vano bajo el cartel del bar puede leerse '...Where it's always cocktail hour' ('... Donde siempre es la hora del cóctel'). Por los altavoces, el jazz, antiguos blues y el viejo rock and roll acompañan al trago, y a todo ello se le puede poner la guinda de un puro, otra baza que Collins maneja con esmero.

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