Columna

Ni achiques ni extremos

El favorito. Es muy frecuente vaticinar quién va a ganar, sentenciar sobre si un futbolista debe jugar en tal o cual puesto o descubrir el talento de un jugador joven. Casi nadie se equivoca. La frase ya lo decía yo es utilizada en muchas ocasiones. De ahí viene que la victoria tenga muchos padres y que en la derrota todo el mundo se aparte. A Brasil todavía le falta ganar a Alemania, pero desde el primer partido se le vio un equipo distinto. Todos juegan bien, hasta el portero.

Sin novedad en la táctica. El fútbol es una sucesión de situaciones que es preciso domin...

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El favorito. Es muy frecuente vaticinar quién va a ganar, sentenciar sobre si un futbolista debe jugar en tal o cual puesto o descubrir el talento de un jugador joven. Casi nadie se equivoca. La frase ya lo decía yo es utilizada en muchas ocasiones. De ahí viene que la victoria tenga muchos padres y que en la derrota todo el mundo se aparte. A Brasil todavía le falta ganar a Alemania, pero desde el primer partido se le vio un equipo distinto. Todos juegan bien, hasta el portero.

Sin novedad en la táctica. El fútbol es una sucesión de situaciones que es preciso dominar, controlar, sorprender y contrarrestar. El aspecto físico, las acciones técnicas, el orden... Pero cada vez es más difícil ver novedades tácticas. Casi todos los Campeonatos del Mundo se han distinguido por esta cuestión, pero éste de Corea y Japón no. La zona, como constante; la presión, como objetivo de todos. Pero entendiendo que se presiona para jugar, no se juega para presionar. En el argot futbolístico se habla mucho de achicar. En este Mundial a ninguna selección se lo he visto hacer.

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La final. La seguridad en uno mismo y en el equipo hace ir en busca de la victoria; la inseguridad hace guardar la portería. Brasil da libertad a sus jugadores de calidad, que desarrollan su juego sin excesivas consignas. Los alemanes, parece que menos técnicos, son los que necesitan más referencias. Dos continentes, dos estilos, dos tradiciones, dos concepciones del fútbol. De alguna manera, lo romántico y lo material.

Sin extremos. El Mundial ha enseñado abundancia de medias puntas o jugadores entrelíneas. Hay vacío de futbolistas por las bandas en el ataque. Pocos jugadores desequilibran por los lados. Las excepciones son Cafú y Roberto Carlos, pero arrancan desde atrás. Francia colocó a Wiltor, a Henry o al propio Cissé, todos delanteros centros: el sistema por encima de los jugadores. Inglaterra, con Sinclair por la izquierda. Y las demás selecciones no han contado con buenos jugadores en los extremos. Un privilegio ha sido, en ese sentido, la aparición en la selección española de Joaquín.

El tirón de la selección. ¿España va bien? No estoy seguro. ¿Cómo se entiende que haya cientos de seguidores de todas las selecciones y solamente un puñado de familiares en la nuestra? ¿Tendrá algo que ver con la situación económica?

Sin solución. Soy escéptico respecto a la mejoría de los árbitros. Nos tenemos que acostumbrar a que seguirá habiendo errores difíciles de entender en todas las direcciones.

Ronaldo y Beckham. ¿No es mejor destacar por lo que hace Ronaldo que por el flequillo que lleve? ¿No es mejor sobresalir por un buen centro que por el olor de la camiseta?

La importancia de los zurdos. El padre Coca, el psicólogo al que hemos acudido generaciones y generaciones de entrenadores en la Escuela, siempre hablaba de que era un privilegio tener zurdos. La vida está hecha para los derechos, decía. La importancia de los zurdos es capital. Los tres primeros goles del partido de ayer, entre Turquía y Corea del Sur, me lo confirmaron.

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