El puerto de las 21 curvas de herradura

Ascendida por primera vez en el Tour de 1952 (el 4 de julio se cumplirán 50 años exactos), con triunfo del legendario ciclista italiano Fausto Coppi, la subida a la estación de esquí alpina de Alpe d'Huez es uno de los puertos míticos del Tour. No es un puerto increíblemente duro (su longitud es de unos 14 kilómetros, con un porcentaje medio del 8%: se parte desde Bourg d'Oisans, a una altitud de 600 metros, y se asciende hasta los 1.800 metros); por lo menos no es tan duro como el Mortirolo, en Italia, o el Angliru, en Asturias, pero su ascensión siempre ha deparado grandes batallas ciclistas...

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Ascendida por primera vez en el Tour de 1952 (el 4 de julio se cumplirán 50 años exactos), con triunfo del legendario ciclista italiano Fausto Coppi, la subida a la estación de esquí alpina de Alpe d'Huez es uno de los puertos míticos del Tour. No es un puerto increíblemente duro (su longitud es de unos 14 kilómetros, con un porcentaje medio del 8%: se parte desde Bourg d'Oisans, a una altitud de 600 metros, y se asciende hasta los 1.800 metros); por lo menos no es tan duro como el Mortirolo, en Italia, o el Angliru, en Asturias, pero su ascensión siempre ha deparado grandes batallas ciclistas. Y muchas veces en sus 21 curvas de herradura, numeradas a la inversa, desde la curva 21 en el valle, hasta la primera, cerca de la cima, se ha decidido el desenlace de la carrera francesa.

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La ascensión a Alpe d'Huez se ha convertido en los últimos años en lugar de peregrinación ciclista, y no hay cicloturista de cierto nivel que se precie que no haya intentando coronarla al menos una vez en su vida. Mientras los ciclistas profesionales, como el norteamericano Lance Armstrong, que tiene el récord de la ascensión, tardan unos 45 minutos en recorrer los 14 kilómetros (a una media de unos 20 kilómetros por hora), un cicloturista bien entrenado puede tardar perfectamente el doble, una hora y media de esfuerzo al límite de sus capacidades. Para un corredor con una sola pierna, constituye, por tanto, un desafío formidable.

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