Reportaje:

Ventanas hacia la libertad

Internos de la prisión de Granada son premiados por su calidad como pintores

En la Prisión Provincial de Granada se rompió ayer la rutina. Los internos, hombres y mujeres, no sólo pudieron disfrutar de un concierto de flamenco y música pop protagonizado por el 'grupo oficial' de la prisión, sino también reconocer y jalear el mérito de algunos de sus compañeros: los que participaron en el denominado Proyecto Patio, internos que han descubierto su vocación de pintores y han encontrado en el arte la forma de expresarse. Han visto que sus cuadros pueden ser, a veces, ventanas hacia la libertad.

Así lo definió ayer en el salón de actos socio-culturales de la prisión ...

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En la Prisión Provincial de Granada se rompió ayer la rutina. Los internos, hombres y mujeres, no sólo pudieron disfrutar de un concierto de flamenco y música pop protagonizado por el 'grupo oficial' de la prisión, sino también reconocer y jalear el mérito de algunos de sus compañeros: los que participaron en el denominado Proyecto Patio, internos que han descubierto su vocación de pintores y han encontrado en el arte la forma de expresarse. Han visto que sus cuadros pueden ser, a veces, ventanas hacia la libertad.

Así lo definió ayer en el salón de actos socio-culturales de la prisión el presidente de la asociación para la promoción de los barrios marginados de Granada (Aproma), Fernando Rodríguez. 'El Proyecto Patio', dijo, 'es como una ventana donde se asoma el alma del interno'. 'Ojalá que estos premios sean los últimos que ganáis aquí y los primeros de vuetra carrera'.

Un total de doce premios (un premio, un segundo y un tercero, más seis accésits) se repartieron entre los internos gracias los cuadros que habían pintado y que, en algunos casos, rayaban la auténtica calidad. Fue una mujer, Trinidad Rodríguez, de 37 años, madre de cuatro hijos y que lleva en el centro ya 22 meses, quien se hizo con el principal galardón: 600 euros (100.000 pesetas). Su cuadro, Ocaso, había impresionado al jurado.

'Me inspiré un poco en la película El rey león para utilizar los colores', explicaba entre orgullosa y aturdida tanto por el premio como por la forma en que un centenar de internos presentes en el salón de actos la vitoreaba al subir al escenario. 'Intenté simular los colores'.

Trinidad Rodríguez comenzó a pintar en la prisión. Allí decidió asistir a los talleres de pintura porque era algo que le había gustado 'de toda la vida'. Enseguida se hizo con la técnica. Hasta tal punto, que es capaz un cuadro como el que obtuvo el primer premio en sólo veinte minutos.

'Yo no sé cómo lo hago, pero me sale así de rápido. No sé de dónde me viene la idea, ni por qué, pero así es como lo hago', añadía. Ocaso muestra una enigmática puesta de sol entre unos hermosos árboles de curvas muy precisas. 'A veces, cuando estoy acostada y cierro los ojos, se me viene a la cabeza una imagen, una idea, y estoy deseando de que llegue la mañana siguiente para ir corriendo al taller a pintar'.

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El arte le sirve como terapia para olvidar en el lugar en el que se encuentra. 'Si me levanto enfadada, me gusta utilizar mucho las pinturas rojas. Si lo que quiero es tranquilizarme y relajarme y aislarme de todo, me encanta pintar paisajes. Lo que más me gusta es pintar paisajes'.

A veces, reconoce, no sabe ni lo que pinta ni por qué. 'No me pregunten', se excusa, 'porque no tengo ni idea. Pinto lo que me sale de dentro'. Teresa Rodríguez admite que siempre se le dio muy bien trabajar con las manos. En la calle, antes de entrar a cumplir condena, había hecho un montón de cursos. 'Peluquería, peritaje industrial, estilismo... he hecho de todo, y además tengo cuatro hijos', agregaba orgullosa.

Piensa seguir con la pintura cuando recobre la libertad. 'Aunque sé que es más bien difícil, porque con cuatro niños de los que ocuparse... Pero sí, sí quiero seguir pintando. Es algo que me relaja mucho'.

En ocasiones se siente tan absorbida por la pintura que se olvida hasta en donde está. 'Hay veces en que estoy concentrada en un cuadro y me enfado cuando me dicen que la hora del taller ya ha terminado. Yo lo que querría es continuar pintando'.

Un hombre, V.C., del que su familia ignora su actual situación, fue el ganador del segundo premio. 300 euros (50.000 pesetas). Esa cantidad en el exterior puede parecer ridícula, pero en el interior de la prisión, de acuerdo con los precios del economato, es una pequeña fortuna. 'Pintar es como abrirse una puerta aquí dentro', explicaba. 'Es igual que ponerte a estudiar. El saber no ocupa lugar, y pintar ayuda mucho a pasar el tiempo, a hacer cosas y a no darle muchas vueltas a la cabeza'.

Como Trinidad Rodríguez, V.C. piensa seguir dedicándose al arte una vez que esté en la calle. 'Yo, la verdad, es que me siento muy orgulloso con el premio. Estoy encantado de aprovechar estas oportunidades que a lo mejor me permiten rehacer mi vida y ayudame a progresar y prosperar'. La obra de V.C. está llena de energía, con imágenes que recuerdan mucho al realismo mágico. A las ventanas de la libertad.

La cultura como ejercicio

La entrega de premios del Proyecto Patio (Pintores Privados de Libertad) contó ayer con la presencia de la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, María Escudero; el presidente de Aproma, Fernando Rodríguez; y la concejal de Asuntos Sociales, Emilia Morcillo, que excusó la ausencia del alcalde de Granada, José Moratalla. 'La cultura no es sólo lo que hay en los grandes museos', dijo María Escudero. 'La cultura es también un ejercicio de libertad, la libertad de los espíritus', agregó la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía. Los cuadros de los internos, más de una docena, serán exhibidos ahora en la sala Alcázar-Genil para que el público de la calle pueda contemplar de cerca la calidad de algunas obras y comprender que ser preso no es incompatible con ser artista. Cervantes lo supo muy bien.

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