Columna

Nevenka

Ana Botella aplaude a Ismael Álvarez porque le gusta el hombre-hombre del mismo modo que a su marido le gusta la mujer-mujer. Ningún problema: todo está en su sitio. De hecho, Nevenka no ha recibido un solo apoyo de su partido, ni siquiera la solidaridad de una de sus mujeres, porque la excepción cultural en el PP es ella y no el ex alcalde de Ponferrada. Condenado o no, en excedencia o en activo, Ismael Álvarez continúa representando un modelo antropológico al que sus pedáneos (qué palabra, qué seres) han decidido rendir un homenaje por acosar como Dios manda. Viva el hombre-hombre. Pero lo i...

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Ana Botella aplaude a Ismael Álvarez porque le gusta el hombre-hombre del mismo modo que a su marido le gusta la mujer-mujer. Ningún problema: todo está en su sitio. De hecho, Nevenka no ha recibido un solo apoyo de su partido, ni siquiera la solidaridad de una de sus mujeres, porque la excepción cultural en el PP es ella y no el ex alcalde de Ponferrada. Condenado o no, en excedencia o en activo, Ismael Álvarez continúa representando un modelo antropológico al que sus pedáneos (qué palabra, qué seres) han decidido rendir un homenaje por acosar como Dios manda. Viva el hombre-hombre. Pero lo interesante aquí es el proceso de extrañamiento de la acosada, de la víctima. 'Habla con él', le decían ingenuamente sus padres, reacios a creer que un individuo que defendía el mismo orden en el que ellos creían fuera un canalla.

Recuerden la perplejidad creciente del personaje que representaba Jack Lemmon en la película Missing. Su hijo había sido asesinado a manos de los representantes del mismo orden al que él está adscrito, pero aún no lo sabe. Por eso empieza a deambular de ministerio en ministerio, de ventanilla en ventanilla, de funcionario en funcionario, recabando datos. Durante ese proceso de recogida de información, va experimentando también un proceso de extrañamiento respecto a la realidad que él mismo ha contribuido a construir. Al principio no se puede creer lo que ve ni lo que oye y denuncia inocentemente el atropello hasta que descubre que lo que le ha ocurrido a su hijo es la norma, y que su desconcierto moral es la excepción. Cuando termina la película, y con ella el proceso de metamorfosis, el personaje de Jack Lemmon ha dejado de ser Gregorio Samsa para convertirse en un monstruoso insecto.

No hay más que ver la desesperación de Nevenka intentando demostrar lo evidente (que la víctima es ella) para darse cuenta de que también esta mujer ha salido de la pesadilla transformada en un escarabajo. Ismael Álvarez continúa representando la normalidad, de ahí el respeto que le merece a Ana Botella y sus pedáneos. Aceptemos los hechos: José Luis García Ancos no es un loco, sino un ideólogo con dificultades de expresión. Vuelve el hombre.

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