Una prueba de fuego para los teatros de ópera

Cada generación ha tenido su Anillo desde que éste nació como obra de arte regeneradora. Pero parece que las generaciones del presente gozan más de este privilegio que las pasadas, desde que se estrenara El oro del Rin en Múnich en 1869. Richard Wagner concibió su sede operística en Bayreuth como un teatro ideal para llevar a cabo sus obras. Allí se desarrollan de manera natural desde siempre, pero no existe hoy teatro de ópera con ambiciones de ser referencia que no monte sus anillos como un examen definitivo de sus posibilidades.

El Teatro Real ha entrado en esa c...

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Cada generación ha tenido su Anillo desde que éste nació como obra de arte regeneradora. Pero parece que las generaciones del presente gozan más de este privilegio que las pasadas, desde que se estrenara El oro del Rin en Múnich en 1869. Richard Wagner concibió su sede operística en Bayreuth como un teatro ideal para llevar a cabo sus obras. Allí se desarrollan de manera natural desde siempre, pero no existe hoy teatro de ópera con ambiciones de ser referencia que no monte sus anillos como un examen definitivo de sus posibilidades.

El Teatro Real ha entrado en esa carrera consciente del prestigio que eso supone, pero en esta y en futuras temporadas los anillos y la sombra de Wagner van a estar activamente presentes en todo el mundo. La carrera la lidera hoy Daniel Barenboim, que ha puesto en escena este año todas las óperas del compositor alemán en Berlín. Wagner fue elegido también por Claudio Abbado para su despedida de Salzburgo en el Festival de Pascua, donde el director interpretó Parsifal, la última ópera compuesta por Wagner en vida.

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En Madrid, después de que se viera por última vez en el Teatro de la Zarzuela en las temporadas de 1976, 1977 y 1978, El anillo del Nibelungo continúa en los dos años siguientes con La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses, con Plácido Domingo, Waltraud Meier y Alan Titus, tres eminentes wagnerianos, en los repartos. Y Barcelona, una ciudad española con mucha más tradición en la música del compositor alemán que Madrid, lo disfrutará en 2003 y 2004 con un montaje de Harry Kupfer y la Ópera Estatal de Berlín.

Pero sin duda y para comprender la influencia que El anillo ha tenido en otras artes, como el cine, hay dos proyectos que se esperan con muchísimo interés. Uno es el montaje previsto para 2006 en Bayreuth que será dirigido por el danés Lars von Trier, el precursor del movimiento Dogma. Y otro, como prueba de la influencia de la creación wagneriana en obras como El señor de los anillos y la saga de La guerra de las galaxias, es el que acometerán Plácido Domingo y George Lucas para la Ópera de Los Ángeles.

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