Tribuna:

Las primarias del diablo

Quienes militan en el Partido Socialista, anteponiendo el interés del partido y la necesaria cohesión interna a los intereses o ambiciones personales, guardan silencio con demasiada frecuencia. El que suscribe estas líneas, apartado ya de la contienda política, necesita decir ahora lo que siempre defendió y no consideró oportuno manifestar públicamente.

Nunca he creído en las elecciones primarias como fórmula para fortalecer al Partido Socialista. Creo que es un invento que, como las armas, las carga el diablo y se disparan solas contra el que las maneja. Las elecciones primarias surgie...

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Quienes militan en el Partido Socialista, anteponiendo el interés del partido y la necesaria cohesión interna a los intereses o ambiciones personales, guardan silencio con demasiada frecuencia. El que suscribe estas líneas, apartado ya de la contienda política, necesita decir ahora lo que siempre defendió y no consideró oportuno manifestar públicamente.

Nunca he creído en las elecciones primarias como fórmula para fortalecer al Partido Socialista. Creo que es un invento que, como las armas, las carga el diablo y se disparan solas contra el que las maneja. Las elecciones primarias surgieron de la propia debilidad de un partido cuestionado en su valor más preciado: la honestidad. La deshonestidad probada de algunos cargos públicos socialistas y la financiación irregular del PSOE, más una campaña hipócrita pero tremendamente eficaz, colocaron al PSOE en sus mínimos de credibilidad. En ese contexto se plantean las elecciones primarias como una más de las propuestas de regeneración y apertura a la sociedad. Joaquín Almunia, ensombrecido por la personalidad poderosa de Felipe González, se sometió a las primarias frente a Borrell, sin estar obligado a ello, por la necesidad de ganarse su propio liderazgo. Desde entonces hasta hoy las primarias socialistas han sido un instrumento de gran eficacia a favor del Partido Popular. Ningún partido en España, en la Unión Europea o en el resto del mundo ha copiado la receta, a pesar de ser la expresión máxima de democracia directa en una organización. El ejemplo de los EE UU no sirve, porque allí tienen otra cultura política secular. Obsérvese que en las primarias del Partido Demócrata o del Republicano, el perdedor, después de haber atacado con extrema dureza a su contrincante, se pone a disposición del candidato a la presidencia para apoyarle en su camino hacia la Casa Blanca. Aquí, y especialmente en el PSPV, las primarias agudizan las divisiones internas y las perpetúan. El perdedor espera su próxima oportunidad: comité nacional, congreso, derrota electoral del vencedor... Se reconoce la victoria del otro pero se sigue trabajando con ahínco para desestabilizarle.

El aspirante Pla, secretario general del PSPV, digno vencedor en un congreso complicadísimo, ha conducido el partido anteponiendo la estabilidad interna a la necesaria apertura a la sociedad, con el objetivo de consolidar su liderazgo sin correr ningún riesgo. La única renovación ha sido prescindir de muchos dirigentes de la época de la transición política o anteriores por el mero hecho de haber cumplido cincuenta años de edad, no por ser corruptos o incompetentes. En su lugar se han puesto algunos más jóvenes pero tan profesionalizados como aquellos o más. Y desde luego el arraigo y el trabajo en los organismos sociales no parece que se valore, sólo los votos en unas agrupaciones diezmadas y esclerotizadas. Todo iba como estaba previsto hasta que surgió el trámite de las primarias. Cipriano Císcar, que en mucho años de secretario de Organización había olvidado a muchos amigos sin poder orgánico y atraído a mercenarios con muchos votos, irrumpe en la escena con un éxito insospechado. Hace dos meses busca y no encuentra algún incauto o incauta que quiera enfrentarse con Pla. No tiene más remedio que lanzarse al ruedo porque le va su propia supervivencia política y la de un puñado de seguidores leales. Pero tengo la impresión de que está recibiendo más apoyos de los que la ejecutiva de Joan Ignaci Pla esperaba. Y es que, querido lector, en el PSPV hay un contingente no pequeño de gentes que están contra el que manda, siempre contra el que representa a la dirección del partido. Es cierto que Císcar quiere ser presidente de la Generalitat con toda su alma y eso es bueno para los socialistas, pero muchos de sus apoyos de hoy son los que le detestaban hasta ayer mismo. Yo no sé qué va a salir de todo esto salvo que vamos a tener gobierno del Partido Popular para rato. ¿Será posible que aprendamos de los políticos norteamericanos en estas primarias y luego las metamos en el congelador? Yo así lo deseo.

Javier Sanz es ex-dirigente del PSPV-PSOE y ex-parlamentario europeo.

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