Columna

Segundas primarias

Hay mucha hojarasca primaria, y silencios también primarios, en las palabras electorales de los dos candidatos a candidato en las elecciones primarias internas del PSPV-PSOE. Y la hojarasca en el discurso político no es otra cosa que frase que no tiene o no aporta nada nuevo. Escaso es el interés que despiertan esas elecciones internas en la calle, y menor es la expectación del vecindario por ver quién será el que se enfrente a Eduardo Zaplana en las próximas elecciones autonómicas. Se percibe una cierta apatía en torno al tema si uno platica con afiliados al PSPV, con ex-afiliados que dejaron...

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Hay mucha hojarasca primaria, y silencios también primarios, en las palabras electorales de los dos candidatos a candidato en las elecciones primarias internas del PSPV-PSOE. Y la hojarasca en el discurso político no es otra cosa que frase que no tiene o no aporta nada nuevo. Escaso es el interés que despiertan esas elecciones internas en la calle, y menor es la expectación del vecindario por ver quién será el que se enfrente a Eduardo Zaplana en las próximas elecciones autonómicas. Se percibe una cierta apatía en torno al tema si uno platica con afiliados al PSPV, con ex-afiliados que dejaron el partido con cierto resquemor, con simpatizantes que tuercen el gesto cuando observan el campo apacible y despejado que tiene la derecha por delante, con ciudadanos que creen con acierto que, en la vida pública valenciana, la educación, la ordenación del territorio, la política medioambiental, la planificación y realización de grandes infraestructuras, la sanidad, los medios de comunicación autonómicos, podrían tomar otro rumbo. Es una apatía justificada tras las últimas y primeras primarias tanto en el ámbito estatal, donde el pacífico duelo Borrell-Almunia quedó en nada, como en el ámbito valenciano, donde la algarada partidista -que no de partido- y las zancadillas indecorosas de tinte personal dieron al traste con los tímidos intentos de Joan Romero para que la política del PSPV tomara otro rumbo. Entre cardos borriqueros, hasta las flores pierden su crédito. ¿Cómo mantener el crédito de estas primarias tras lo sucedido en las primeras primarias?.

Bien está, desde luego, esa consulta a los afiliados de un partido democrático, aun cuando se trata de una consulta nominal, es decir, en torno al nombre del florentino Ciprià Ciscar y de Joan Ignasi Pla, cuyas dotes como dirigentes y cuya capacidad para movilizar al público en general están todavía por descubrir. Pero buena es la consulta, porque los afiliados están para algo más que para pagar cuotas o para aceptar resignados un nombre impuesto.

Aunque el problema no radica únicamente en el nombre de quien encabece la alternativa a la derecha dominante, sino en un discurso que se traduzca en hechos y merezca credibilidad social. En 1979 publicaba la Editorial Pablo Iglesias, bajo los auspicios de Alfonso Guerra, un volumen sobre los avatares políticos del PSOE relacionados con la transición. En las muchas páginas de este viejo y nuevo partido quedó escrito lo siguiente: 'En una región aparentemente plácida y tranquila como es el País Valenciano, se hace difícil pensar que tenga una derecha tan cavernícola, unas instituciones tan anacrónicamente de derechas y sobre todo, con tantos complejos sociopolíticos'. Aserto que sigue teniendo hoy en día una validez palpable: provincianismo galopante y caciquil en las diputaciones; munícipes mas interesados por la especulación que por la ordenación del municipio y la calidad de vida del vecindario; gobierno autónomo y administración publica dominante de una derecha que se quiere centrista, y huele a beateria hipócrita en una novela de Galdós cuando pacta sobre la racionalidad del valenciano mientras le entrega millones a espuertas a grupúsculos secesionistas, por ejemplo. Y frente a ello, el discurso de los nombres, que es casi el discurso de la nada de Cipriá Ciscar -en cuya etapa como consejero de Educación comenzaron a instalarse barracones- y el discurso de lo que desconocemos, que es el discurso de Joan Ignasi Pla.

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