CARTAS AL DIRECTOR

A Joaquín Vidal

Con sincero dolor asumimos la noticia del fallecimiento de Joaquín Vidal.

Desde la fundación de EL PAÍS, el maestro Vidal permaneció al frente de la información taurina del diario, haciendo suyo el subtítulo de la cabecera -Diario Independiente de la Mañana- y soportando estoicamente las zancadillas, calumnias y descalificaciones gratuitas con que le regalaron muchos de sus colegas y no pocos profesionales de la fiesta taurina.

Cada crónica de Joaquín Vidal era un soplo de aire fresco en el podrido mundo de la información taurina, sometida casi siempre a los intereses más ...

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Con sincero dolor asumimos la noticia del fallecimiento de Joaquín Vidal.

Desde la fundación de EL PAÍS, el maestro Vidal permaneció al frente de la información taurina del diario, haciendo suyo el subtítulo de la cabecera -Diario Independiente de la Mañana- y soportando estoicamente las zancadillas, calumnias y descalificaciones gratuitas con que le regalaron muchos de sus colegas y no pocos profesionales de la fiesta taurina.

Cada crónica de Joaquín Vidal era un soplo de aire fresco en el podrido mundo de la información taurina, sometida casi siempre a los intereses más o menos inconfesables de los profesionales. Nadie como Vidal supo transmitir a los aficionados que él también lo era, en primer lugar, y que su honradez e independencia no tenían límites. Además, la calidad literaria de sus artículos era tal que los leían incluso muchas personas no interesadas por la fiesta.

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EL PAÍS pierde a uno de sus fundadores, los aficionados a los toros perdemos a uno de nuestros últimos defensores y el periodismo se queda sin un maestro. La secular tradición de los cronistas taurinos cultos, con gracia natural y pluma fácil, profundamente versados en la materia sobre la que informaban, acaba con Joaquín Vidal. Nadie podrá sustituir a este singular personaje, de tanto o mayor calado que los históricos Carmena y Millán o Gregorio Corrochano. Sólo nos queda esperar que la persona que ocupe su puesto en la redacción de EL PAÍS haga gala de la independencia, integridad y afición del maestro Vidal, cuyo recuerdo permanecerá siempre en nuestra memoria.- José Tomás Albero Mur. Presidente de la Asociación El Toro, de Madrid.

Yo era uno de aquellos lectores para los que el único sentido que tenían los toros era leer las crónicas de Joaquín Vidal, siempre he disfrutado de ellas como quien disfruta de un buen libro. Vaya desde este 'coso' de lectores la petición de las dos orejas y el rabo de ese toro tan difícil de torear que es el periodismo de calidad y que él lidió con tanto arte. ¡Ele, maestro!- Juan Carlos Romero Santín. Barcelona.

Siempre leo los artículos de Joaquín Vidal, pero durante la Feria de Abril y, sobre todo, la de San Isidro, mi primera lectura en el periódico es, era, para su crónica de la corrida del día anterior. Buscaba en ella varias cosas; desde luego, el relato más veraz de lo ocurrido en la plaza, pero no menos la que seguramente era la mejor literatura de EL PAÍS, acerada y brillante, llena de ingenio y siempre certera en las descripciones. Siempre le guardaré gratitud por el placer de su lectura y por su defensa de la auténtica fiesta, siempre atento a denunciar los tejemanejes y corruptelas de los taurinos; siempre nos quedará su expresión 'la acorazada de picar'. Su fallecimiento es una gran pérdida para mí como lectora y para su/mi periódico. La página de toros no volverá a ser la misma.

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